La plaza principal de Yaxchilán luce atestada de gente. Pocas veces se le ha visto así de repleta.
El sol pega de lleno en el rostro de un joven soldado y lo obliga a cerrar los ojos. Su oficial lo reprime enseguida y le obliga a formarse en la primera fila del pelotón de fusilamiento. El muchacho acepta de mala gana y se coloca junto a un veterano que parece estar disfrutando el momento.
—¿Es difícil? —pregunta, más que nada por hacer conversación.
El hombre lo mira lleno de malicia y dice:
—Nein. Disparar es fácil, lo complejo puede ser el remordimiento. Yo sugiero pensar que son patos.
El joven militar traga saliva y responde:
—Pero estos no pueden volar…
—¡Ah, ya no! Pero antes sí, y les salió caro…
El muchacho tuerce la boca