*Liam*
No sabría definir el dolor que se acentuó en mi pecho. Dolía... Mucho. En algún punto debí imaginar que todo era demasiado bonito como para ser real. Pese a ello, no me arrepiento de haber vivido la más hermosa relación con el chico que me enamoró desde la primera vez que lo vi.
Todo me resultaba marañoso y necesitaba pensar con nitidez, con la mente en frío.
Las puertas del ascensor se abrieron y caminé, casi desesperado, hacia la salida del edificio.
—¿Eres Liam? —Frené los pasos al escuchar mi nombre. Un señor, con porte elegante, se colocó frente a mí. Asentí—. Nick me ha hablado mucho de ti, muchacho. Lo siento, no me presenté correctamente. Soy Frederick, el padre de Nick —profesó, su voz cálida y amable.
Bajé la mirada, sintiéndome pequeño y miserable.