Me pasé gran parte de la mañana sumida en papeles y eso ayudó a que no pensara. Le mandé un mensaje a Jenny pidiéndole que almorzáramos juntas, debía contarle todo lo que estaba ocurriendo, tenía que hablar con alguien o me volvería loca.
A las 12.30 p.m. la puerta de mi despacho se abrió y Jenny entró cargando unas bolsas de comida y una enorme sonrisa.
—Hola amiga, ¿cómo estás?
—Hola cariño… almorcemos en el parque —dije mientras recogía mi bolso y abrigo.
—Bien, qué sucede Becca, estás preocupándome. ¿Es Hope?
—No Jenny. Jake volvió.
—¿Cómo que volvió?
—Sí, siéntate que te cuento todo —pasamos la hora del descanso hablando entre bocado y bocado. El sándwich de atún me cayó fatal