A la mañana del martes los rayos tenues del sol entraban por la ventana, no había dormido casi nada, mi cuerpo se encontraba completamente acabado, cansado y adolorido.
Me dolían tanto mis muñecas, mis piernas estaban adoloridas y cansadas, mi cuerpo estaba completamente devastado, como si hubiera pasado un terremoto en mí. Me levante de la cama, Jacobo aún se encontraba acostado, tan tranquilo, desnudo, solo cubierto por una ligera sabana. Se veía tan bien.
Me levanté sigilosa y me dirigí rápidamente al baño, para poder tomar una ducha matutina, antes de irme a trabajar.
Abrí la llave de agua caliente, para poder llenar el cuarto de vapor y mientras esperaba me vi de reojo en el espejo y me noté, completamente herida por la noche de ayer, mis muñecas completamente moradas por que las tuve un buen rato amarradas, mis piernas arañadas y moradas por los besos dulces pero salvajes de Jacobo y mi cuello completamente lleno de moretones morados obviamente por los besos llenos de pasión que