CAPITULO 13 LA CARTA

Cuando regresaron Salvador estaba comiendo junto con sus compañeros, vieron que Elías llegó con Valery y todos empezaron hacerles buya.

“Iré con las chicas, nos vemos más tarde”. Le dijo Valery. 

El asintió y se sentó cerca de Salvador.

“Entonces… ¿Valery?”. Preguntó Salvador.

“Si, es mi novia”. Le confesó Elías.

“¿Estás… seguro?”.

“No entiendo por qué te cae mal, pero es mi decisión, ella me gusta”. Elias le advirtió.

“No es que no me caiga bien, mamá comentó que hubo un problema grande con ella y su familia, al parecer tuvo una relación con un maestro que era casado y la expulsaron de la escuela en donde vivía antes, al parecer la noticia se extendió tanto que tuvieron que salir de su ciudad, su padre es amigo de la infancia de papá, los ayudó a mudarse aquí. Te digo esto porque eres mi amigo”.

“No te preocupes, Yo sé lo que hago”. A Elías  no le interesaban los chismes.

“Ok, ok, no te molestare más”.

Pasaron dos años, la relación de Valery y Elías seguía. Elías enamorado la llenaba de lujos y regalos. Pero su familia se enteró sobre la historia de Valery, constantemente había demasiados chismes a su alrededor por lo que era imposible aceptarla.

Elías la amaba tanto que tomó la decisión de casarse con ella sin la bendición de sus padres, estos se negaron, afirmaron que eran muy jóvenes y amenazaron con desterrarlo de la familia sin un peso.

Él estaba decidido, pensaba que con el tiempo el levantaria su propio negocio y si regresaba con un hijo reconocerían la relación con ella, le contó todo esto a Valery, le pidió que se casaran, ella se puso nerviosa, pero accedió por el momento, necesitaba meditar las cosas, pero estaba segura que no quería perder todo lo que ya tenía por una mala decisión.

En esos días el maestro con el que ella tuvo una relación en su ciudad natal, fue a buscarla, El hombre después de un tiempo de divorciarse recibió una buena herencia de un familiar, quería rehacer su vida con Valery.

Por su parte Valery amaba a Elías, pero al casarse perdería la vida de lujos con la que ya había aprendido a vivir, así que accedió a regresar con el maestro.

El día del matrimonio, Elías la esperaba afuera de la oficialía, no había visto a Valery desde el día que hablaron, solo conversaban por llamadas o mensajes, ella le daba pretextos, para no verse, quedaron de encontrarse en el lugar con su papelería hasta el día previsto.

Salvador que en esos tiempos ya era un joven de juergas, gustaba de viajar constantemente, en esa fecha en particular regresó a la ciudad, bajando del avión al recoger sus maletas observó a lo lejos una silueta, pensó por un momento ver una cara familiar…

Era Valery junto con un hombre que llevaba sus maletas, Aunque había mucha gente Salvador trató de acercarse, pero momentos después desapareció de su vista.

Negó con la cabeza. -A lo mejor vi mal- pensó.

Ya habían pasado más de dos horas y Valery no llegaba a la oficialía, Elías marcó su número varias veces, pero solo se escuchaba la grabación, nervioso temía que le hubiera pasado algo y decidió ir a la casa donde vivía Valery.

 Al abrir la puerta y encender las luces...

No encontró muebles…

La casa estaba completamente vacía, solo quedaba una pequeña mesita cerca de la puerta de entrada, se acercó a ella y había una carta...

Elías.

Con dolor en mi corazón, debo partir, no me busques,

 no quiero ser la causante de tu separación con tu familia.

Tu futuro es tan brillante y lleno de éxito,

mereces lo mejor y yo no puedo dártelo,

confió en que me perdonarás algún día.

Con amor.

                                                                    Valery.

Elías arrugó la carta con sus manos, su mirada estaba perdida entre las paredes de la habitación. 

Fue cuando sonó su teléfono.

“Elías, amigo acabo de llegar de Canadá, no quiero llegar a casa para sermones de mis padres, tomemos una copa”.

“Se fue…” Murmuró Elías a Salvador con un rostro perdido.

Salvador detuvo su caminar y se quedó en silencio por un momento para preguntar. “¿Valery?”

“Si”. Elías sin expresión contestaba mecánicamente.

“¿Dónde estás?”. Salvador preguntó buscando un taxi.

“En la casa de Valery…”

“Voy para allá”. Salvador subió al taxi, llegó a una tienda pequeña donde adquirió algunas cervezas antes de llegar con Elías. Mientras viajaba en el coche, recordaba a la mujer que vio en el aeropuerto

-Podría ser-. pensó.

Cuando llegó a la puerta la encontró abierta, al entrar se topó con la casa vacía -Esta mujer…- Pensó Salvador enojado.

Camino alrededor de la casa buscando a Elías, hasta que notó la puerta trasera abierta, daba un pequeño jardín. Estaba sentado en una banca pensativo. Salvador sentándose cerca, abrió una cerveza que le entregó.

Elías regresó de sus pensamientos, dando un gran sorbo a la botella sin vacilar. Pasó un largo rato y las botellas de cerveza se acumulaban en el suelo. Pero todo ese tiempo había silencio.

Salvador le preguntó. “¿Qué harás?”.

“Voy a buscarla, se fue porque mis padres no la aceptan, la buscaré y no me importa perder todo”.

“Elías… ¿Qué te dijo?”.

Le entregó la carta arrugada a Salvador para que la leyera.

Salvador frunció el ceño. “Creo que la vi en el aeropuerto… llevaba maletas…, estaba con un hombre”.

Elías trataba de entender lo que decía.

“Sé que nunca te gustó, pero no por eso vas a hablar mal de ella”.

“Amigo despierta, se fue con otro hombre, sabía que tus padres te quitarían todo si seguías con ella, creo que ella no lo soportó”.

Elías abruptamente se levantó tomando a Salvador del cuello de la camisa. “No hables así de ella, no te lo permito”.

Salvador retiró las manos de Elías “Soy tu amigo, nos conocemos de niños, por eso es que te lo digo, esa mujer no era buena”.

Elías le propinó un puñetazo a Salvador y él le respondió, pelearon durante un rato hasta que cayeron al suelo, ya estaban borrachos y cansados. 

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