El tiempo en el juzgado siguió transcurriendo, donde cada vez era más claro que Menchaca recibiría su merecido, cosa que le preocupaba seriamente a este, él cual cada vez mostraba más su nerviosismo y tensión mediante sus constantemente temblores de piernas, palabras entrecortadas, sudor excesivo que dejaba en evidencia gracias a su camisa en color celeste que se encontraba empapada, además de que, tenía unos grandes ojos de preocupación, totalmente rojizos llenos de pequeñas venas, que evidenciaban la falta de sueño y estrés en este hombre.
Las claras evidencias de preocupación en Menchaca le alegraban el alma a Evangelina y los demás afectados por él, debido a que agradecían a dios por el sufrimiento y arrepentimiento que este llevaba gracias a su pronta condena final que sería dictada en unos pocos minutos.
Mientras Evangelina y Guillermo mantenían unas palabras en voz baja:
- Falta poco, el juez casi termina de decir las palabras finales, que van antes de mencionar la c