Al llegar a su oficina, Helena, encuentra a Thomas, sentado en su oficina, mirando lo que ha escrito en la pizarra que tiene en su despacho y tomando notas de esto:
—Buenos días —saludó ella.
—¿Por qué llegas a esta hora? Se supone que hoy hay reunión con los trabajadores —pregunto él desafiante, arqueando la ceja.
—Primero, no es tu problema a qué hora llego y segundo, la reunión es mía, no tuya y no te necesito para lo que tengo que hacer —respondió ella en un tono de voz frio y cortante, recordando que el día anterior la dejó con la palabra en la boca.
—Perfecto, resuelve que para eso estas aquí —levantándose de la silla y saliendo de la oficina de ella.
Ella se quedó observándolo, le pareció extraño que no le diera una respuesta más hiriente y cortante. Sacudiendo los pensamientos por él, buscó todo cuanto necesitaba, lo metió en un bolso que se puso encima de su cuerpo y salió hacia las caballerizas.
Buscando a José, el capa