cinco.

Florencia:

Tamara y yo nos fuimos de regreso a la casa, sus supuestas amigas ya habían salido, sin preguntar por ella, y mucho menos preocuparse por donde estaba, sorprendente.

El que si estaba era mi Leo, que bien zona eso.

— Flor estabas aquí, hola, Amara, ¿sucede algo?

— Nada importante Leo, pero necesito que le pidas el móvil a Kevin, es urgente. — me observa un poco curioso y responde.

— Puedes usar el mío.

— No, necesito el de él ahora, por favor, es algo importante pero no puedo contártelo. — Amara solo nos observaba conteniendo sus lágrimas.

— De acuerdo, te lo traeré, a, por cierto, en la mesada esta lo que me encárgate.

— Gracias.  — Ahora que lo pensaba, ¿ella no necesitaría tomar algo también?

— Amara, ¿usaron protección?

— ¡Oh, no!, rayos ahora sí... — veo como la desesperación comienza a invadirla, maldito Kevin, ella es apenas una adolescente, peo él es un hombre, ¿cómo pudo ser tan descuidado?, desalmado, estoy segura que si ella resulta embarazada no se hará responsable.

— Tranquila, toma es una pastilla del día después, creo que es más conveniente que la tomes tú, después compraré otra para mí.

— Wou, ¡¿tú y Leo corazón de hielo?! — dice con cara de asombro.

— ¿Corazón de hielo?

— Claro, así lo conocen él es puro hielo, con todo el mundo, incluso su familia, es un hombre sin sentimientos, aunque eso no quiera decir que sea malo.

— Ya veo. — Leonado sí que tenía fama de ser indiferente con las personas de su entorno, es raro de creer, conmigo siempre ha sido muy dulce.

— Hola pequeña hada, dice Leo que quieres mi móvil, como para que...

— Dámelo, si eres un hombre sabio, solo hazlo.  — Me hierve la sangre ver la forma burlona en la que mira a Amara.

— ¿Una noche con leo y te crees dueña de su casa? — dice luego de lagar una carcajada forzada, si piensa que con ello me amedrenta, realmente no sabe quién soy ni lo que he vivido.

— ¿Qué pasa? — Leonardo llega justo a tiempo.

— Tú amiga cree tener poder para mandarme, no le daré mi móvil.

— Leo, él hizo algo realmente bajo, necesito su móvil, por favor créeme que si no fuera así no diría nada.

— Dáselo, no sé qué hiciste y si no me lo quieren decir es por algo, solo dale el móvil. — lo veo y no lo creo, Leonardo tiene una mirada que podría congelar el mismo infierno.

— ¡¿Estas bromeando?! una orden suya y te comportas como un perro...

— ¡El único perro eres tú! — El grito de Amara lo distrajo lo suficiente, para que pudiera sacarle el móvil, menos mal que lo tenía desbloqueado.

— ¡Dame eso! — dice el cobarde tratando de llegar a mí, pero Leo es más rápido y lo toma del brazo.

— Ni se te ocurra Kevin, mejor ven conmigo, tenemos que hablar.  — La cara de ese bastardo era un poema, salió de la sala siguiendo a Leonardo muy a su pesar. Y eso me gustó, que Leo tuviera esa consideración conmigo, pasando sobre su amistad con Kevin.

— Bien linda, aquí tienes, borra todo lo que creas conveniente. — le paso el móvil a Amara y ella sonríe agradecida.

— Gracias. — Amara comenzó a borrar las fotos y reviso que no las hubiera enviado a nadie más.

— Toma, listo.

— ¿Solo eso?, no, él merece un castigo, y ya sé cómo.

Busque las conversaciones que tenía con " sus chicas" y les mande un mensaje haciéndome pasar por Kevin donde le pedía que se hicieran estudios porque tenía sífilis.

Amara me miraba con un destello de admiración, eso me daba mucha risa, pero me sentía bien, sentía como si ella fuera una pequeña hermana a la cual debía defender.

Una vez que me aseguré de que recibieron el mensaje lo borré y las puse en la lista negra, no podrían contactarlo para saber si era una broma o no.

— ¿Ya terminaste? — escucho la voz más que irritada del bastado.

— Sí, aquí tienes, gracias por ser tan comprensivo.  — La cara de Kevin está roja como un tomate maduro, bien no me importa.

— Me voy Leo, ¡no creí que nuestra amistad valiera tan poco!

— Sigues siendo mi amigo, solo que estás enojado, serás bienvenido siempre que quieras.

Kevin salió ya con su maleta lista, no nos dirigió ni una palabra, solo se fue, Amara aprovechó para ir a recoger sus cosas, junto con sus amigas, su viaje había terminado, pero antes su móvil sonó, ella lo miraba como si de la misma muerte se tratara.

— Leo...

Antes de decir nada él dio media vuelta y salió de la sala. Es increíble cómo nos conectamos, y la sensación de que lo conociera desde siempre se implanto en mi corazón, esto es algo mágico.

Entonces en la sala solo éramos las dos y ese móvil que parecía que sonaba cada vez más fuerte.

— ¿No vas a contestar?

— Es Alexander, no tengo el valor. — su rostro reflejaba pánico.

— Quizás piensa que puedes hacer alguna locura, contesta o lo haré yo. — quise que pareciera a amenaza, pero sus ojos se iluminaron con suplicas en ellos.

— Por favor. — Yo y mi bocotá. Apenas atendí el grito que surgió del casi me deja sorda.

— ¡MALDICION AMARA, ¿QUE M****A HAS HECHO?! — Ahora entendía porque Amara le temía, el sonido de su voz me hizo temblar, no me gustaría tenerlo en frente en este momento, pero... no lo vería nunca así que tome coraje.

Todos somos valientes tras un teléfono ¿verdad?

— ¡¿Cómo te atreves a llamar y gritar de esa forma, acaso eres un animal enjaulado?!

— ¡¿Quién rayos eres y dónde está mi hermana?! — realmente se notaba que este hombre era una bestia.

— Hasta que no dejes de gritar no te responderé.

— Pero que M****A... — en ese momento corte la llamada, odiaba que me gritara.

— Dios, que haces, ¡ahora nos matará a ambas! — No sé si eran nervios o qué, pero ella comenzó a reír y yo también, parecíamos dos crías, luego de unos cinco minutos más o menos él volvió a llamar.

Aclaré mi garganta y con mi mejor voz dije.

— ¿Diga?

— ¿Quién eres y dónde está mi hermana? — podía imaginar a aquel hombre sin rostro apretar los dientes para contener sus gritos y una sonrisa se extendió por mi rostro.

— Hola señor Scott, soy Florencia, su hermana es mi amiga, ella está bien no se preocupe. — respondí con toda calma.

— No conozco a ninguna de sus amigas que tenga ese nombre, y no necesito que me digas como esta, quiero hablar con ella.

— Está bien, le pasaré el teléfono, solo recuerde que el trabajo de un hermano mayor es cuidar y proteger, no juzgar y criticar.

— Realmente tu confianza para hablarme así es sorprendente. — Si, este hombre realmente se está conteniendo de no dar gritos, me alejé un poco de Amara y continué.

— Escucha, ella está mal, y muy arrepentida necesita de la comprensión de su hermano, no que las juzguen. Es joven, ¿acaso nunca cometiste algún error en tu vida? Ella no tiene amigas verdaderas, eso lo puedo ver, solo te tiene a ti. No lo arruines. — No pude evitar que mi voz salga con un tono de advertencia y la línea se quedó en silencio unos segundos.

—... Pásame con mi hermana... por favor.  — Le di el teléfono a Amara haciéndole señas de que todo estaba bien, o eso esperaba decidí dejarla sola.

Caminé por el pasillo y encontré al hombre que se había convertido en mi universo.

— Lamento lo que hizo Kevin, pero debes saber que...

— No importa, la única afectada es Amara, es mejor olvidar todo, y no recordar sucesos que la puedan lastimar.

Para cuando llegó la noche, estábamos completamente solos, en ningún momento del día hablamos de qué tipo de relación teníamos, simplemente dejamos que todo fluyera.

Leonardo:

Esto es lo más maravilloso que eh experimentado en mi vida, ella es todo lo que necesito, nuestro fin de semana pasó de maravilla, estaba realmente feliz, pero debía solucionar algo, no lo podía posponer por más tiempo. ¿Oh sí?

— Buen día cariño. — Ella me miró maravillada, como cada vez que utilizaba esas palabras tan dulces, que reflejaban lo que sentía por ella y que jamás le había dicho a nadie.

— Buen día, sabes... debo volver a mi casa... — comenzó a hablar, pero la detuve.

— No, no lo hagas, quédate, comparte tu vida conmigo, quiero tenerte para siempre a mi lado. — soné desesperado y no me importo, porque ella lo es todo.

— ¿No sería ir demasiado rápido?, digo, ni siquiera sé que somos. — Sus mejillas adquieren un color rosa que invita a querer besarla.

— ¿Que somos? Pensé que estaba claro, somos una pareja, seré tu mejor amigo, tu novio, tu amante, ponme el nombre que tú quieras, pero déjeme estar contigo, por siempre.

— Sabes que eres muy dulce, nunca conocí un hombre que pronunciara palabras tan hermosas. — Se acerca para besarme, y me pierdo en sus largas piernas, mis camisas la hacen ver tan sexy, no resisto y la tomo en mis brazos, bajando mis manos más allá de su cintura, pero me detiene.

— ¿Que sucede?

— Me sigo preguntando si esto es real o si estoy soñando. — dice mientras sus ojos brillan.

— Es real bebé, lo que me recuerda...

— ¿Que?

— Quiero que te quedes aquí unos días, sola, que te hagas cargo de tu nuevo hogar, necesito volver a California, a cancelar el compromiso y traer a mis padres para que te conozcan. — me observa sorprendida y con confusión.

— ¿Y en qué momento decidí mudarme contigo?

— ¿Acaso piensas que te dejaré escapar? Jamás, toda mi vida esperé por ti, no te dejaré ir.

— Eres... olvídalo. ¿No te has puesto a pensar que esto es demasiado loco?, digo, me conoces desde hace unos días, ¿cómo sabes que no desvalijare tu casa y me daré a la fuga?

— Si ese es tu propósito te mandaré ayuda, no quiero que te lastimes moviendo las cosas.

Verla reír realmente me deslumbra, me pierdo en sus gestos. Así que esto es el amor. Quizás pueda permanecer en el paraíso unos días más, antes de enfrentar a todos en California.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo