Dervin

El lugar se había quedado lleno de un terrible bullicio en el momento en el que Elizabeth había salido corre lejos de nosotros, niña problemática, sabía muy bien cuál era tu plan, pero también sabia los rumores de esta mujer frente a mí solía decir, sabía que de cierta manera para que Elizabeth la hubiese atacado era porque ella había llegado a decir cosas muy terribles además del hecho de que se había molestado grandemente, ella era la que dio pie para que Elizabeth hiciera un acto como aquel, para que ella buscara una excusa para actuar de aquella forma, creía que no haría nada de ello, de hecho desde el inicio me había negado a venir a este evento, desde el principio había dicho que no.

Pero fue un impulso solo fue aquello cuando note que Elizabeth de verdad parecía determinada a terminar conmigo, fue un impulso, pues temí que ella lo hiciera solo porque sentía que yo no le dedicaba el suficiente deseo de querer estar con ella más tiempo de mostrarla como mi prometida, ahora no sé qué hace o decir, Elizabeth no solo actúa de manera extraña o completamente irracional, lo peor es que me gusta, que me hace reír, incluso cuando mi risa se había apagado desde el momento en el que pusieron el peso de un gran Ducado y su gente sobre mis hombros, desde ese momento yo había madurado hasta el punto de ser completamente apagado y cerrado, pero esta chica, mi prometida con solo unos días de haber despertado solo había prendido una llama que creía apagada ya, pero es que no me preocupa el hecho de que actué de manera extraña y diferente a como lo hacía antes, de hecho me gusta y saber que la que tengo frente a mí la ha molestado, eso ahora me tiene de muy mal humor. 

—¿Qué debería hacer contigo? ¿Debería matarte en este instante? —El silencio abarco el lugar, mientras que todos los lugares se habían quedado completamente estáticos, ese era yo, alguien que no le costaba para nada, matar a quien se atravesara en mi camino, aquel que fue criado para ser despiadado y muy, pero muy estricto con aquellos que me fallaban.

—Su majestad, por favor, por favor perdonadme la vida, por favor… Por favor, siempre he estado enamorada de usted, por favor solo perdonadme la vida…—Esta se postró de rodillas frente a mí, al igual que sus padres, mientras yo solo sacaba mi espada sin importarme lo más mínimo el hecho de que ella implorar, pues ahora ante muchos sería un hombre infiel con su prometida y por culpa de que esta chica tonta le dio pie a Elizabeth para poder decir algo como eso ante todo para lograr acabar con nuestro compromiso, pues sabía perfectamente que ella solo buscaba aquello, sabía que parecía estar determinada a ello y eso me molestaba mucho más. 

—Su majestad… Por favor, ahora no lo haga, solo espere un poco más, la señorita Elizabeth se pondrá enterar de lo sucedido y posiblemente se sentirá terrible con saber que la muerte de esta chica está en sus manos…—La voz de Colin logro sacarme de mis deseos de sangre, en lo que observe al hombre de traje de caballero y supe que tenía razón, no por nada Colin era mi mano derecha, a lo que solo asintió y camine lejos de todos con la única intensión de buscar a mi prometida, pues algo me decía que ella estaría metida en problemas en alguna otra parte de esta fiesta.

Pero tanto fue así que no logre encontrarla, por lo que lleno de preocupación camine hacia el jardín, pero ella no estaba allí, no había rastro de Elizabeth, eso me tenía terriblemente alterado, por lo que estaba a punto de enviar a los caballeros en su búsqueda, cuando algo se movió en los arbustos, por lo que decidí movilizarme hacia allí y justamente la encontré, Elizabeth, se encontraba acurrucada en el suelo, mientras no lograba notar con quien hablaba, además de estar tan ensimismada en ello que no había notado mi presencia junto a ella, algo que llegó a causarme mucha curiosidad, como todo lo que hacía mi prometida últimamente. 

Elizabeth sandrigham, era la chica más insulsa jamás vista en mi vida, ella era como todas, era básicamente lo que ya esperaba, una chica obsesionada con la idea de ser Duquesa, que básicamente llego a ser molesta, una que solo parecía querer el título y nada más, una que en cuanto me veía corría hacía mi, y se mostraba deseosa de hacer lo que yo deseara, solo una mujer con la que podría hacer una vida llena de lo que ya tenía, una ida llena de monotonía que aunque llegara a ser cansada, era justamente lo que necesitaba, para lo que yo había sido entrenado desde niño para recibir, solo un matrimonio político en el que una esposa fuera solamente un trofeo que yo pudiese mostrar ante todos y poder vivir la vida con tranquilidad, justamente como lo eran mis padres y justamente como lo sería yo para mis futuros hijos, pero ahora, ahora todo están distinto, ahora no sé qué esperar de su parte y por muy extraño que suene, me gusta, por muy extraño que suene, eso me hace querer dejar algunas responsabilidades y estar justamente donde estoy ahora mismo.

—Elizabeth, ¿Qué haces aquí? ¿Te he estado buscando? —Entonces escuché algo que jamás había escuchado en toda mi vida, incluso en el campo de batalla y campos de entrenamientos con los más terribles mercenarios, mi prometida había dicho un sinfín de groserías que habría dejado sin palabras a muchos, además de no conocer muchas de sus significados, pero ella parecía estar completamente familiarizada con ellas mientras maldecía por el hecho de haberla asustado. 

—Carajo…¿Qué no sabes que debes acercarte a alguien con tacto, creía que estarías con tu amante—En verdad quería reír, no sabía por qué, pero sabía que sus palabras solo eran no más que falsa, me causaba una terrible diversión al saber que ella solo está haciendo una terrible broma. 

—Levántate… No deberías estar en este lugar de esa manera está sucio, además que alguien puede verte…

—Escuche un “me importa un carajo, esos estirados” pero aquello lo había dicho tan bajo que solo yo pude escucharlo debido a mis instintos de espadachín, en lo que de nuevo sus labios se curvaron hacia arriba y me pregunte ¿Qué pasaba con ella? Juro por dios que jamás la había visto actuar o decir esas cosas en todo lo que he llegado a conocerla. 

—Espera, no creo que sea de ellos, tiene mucha hambre, me lo llevaré…—Fruncí el ceño ante sus palabras, lo que faltaba, ella se robara la mascota de la familia del Marqués Mihai, tendré que indicar que le daré una pequeña compensación más adelante, pero entonces di un paso atrás e hice un gestó de sacar mi espada al ver lo que ella poseía en sus manos.

—Eso es…. Su majestad…—la voz de colin se escuchó a mi espalda, mientras Elizabeth abrazaba fuertemente en sus brazos a una m*****a bestia, una de las más terribles, aquellas de las que han asesinado a muchos de mis soldados, en lo que hable lleno de nervios y con una zozobra que jamás había llegado a sentir en mi vida, pues jamás imagine que ella podría estar tan tranquila con algo como eso, además del el hecho de perderla, y saber que no estaría más conmigo, eso fue algo que jamás sentí incluso cuando se lanzó por aquel balcón por solo buscar mi atención, jamás lo había sentido, pero por extraño que sonara, estaba lleno de pánico.

—Baja esa bestia ahora mismo, eso es peligroso, negociaremos los términos del compromiso, pero por favor, por favor baja ahora mismo a esa bestia…—La mirada llena de desconcierto de Elizabeth era más que clara, en lo que intercalo su mirada entre nosotros y la bestia que tenía en sus manos, por lo que acarició su cabeza y este cerro sus ojos llenos de armonía e incluso podría decir que parecía estar relajado con aquello, mientras nosotros no mirábamos para nada lo que estaba ocurriendo. 

—¿Qué dicen? Este gatito no haría nada malo, ya dejen de actuar de manera extraña, ¿me lo puedo llevar?

—colin y yo nos quedamos con los ojos muy abiertos, mientras que Colin quien no pudo soportarlo hablo casi en susurro. 

—¿Cree que es un gato? No es un gato, eso es…

—Deberías dejarlo, no es nuestro, tal vez debamos…

—No lo dejaré, estaba muerto de hambre, no lo alimentan como deben, a mí me gustan mucho los gatitos, me lo llevaré, esa es mi compensación por el hecho de que tienes una amante… No olvides el oro, creo que doblaré la cantidad de oro que deseo, aunque si deseas podemos simplemente acabar con…

—Te daré el doble de oro y puedes llevarte el gato…

—Mi señor… pero eso es…

—No te preocupes, no le hará nada, de haber querido esa bestia no estaría siquiera en sus brazos, pero míralo, está completamente relajado, sin contar que es solo un cachorro, con el tiempo veremos qué hacer con él, yo me encargaré de él…—Con el tiempo lo mataría, eso era justamente lo que quería decirle, pero no lo haría frente a ella por lo que me aseguraré de estar muy al pendiente de esa bestia, pues aquel “gato” que poseía ahora mi prometida en sus brazos era una bestia supremamente peligrosa.

—Qué aburrido eres, pero no importa, un día romperás el compromiso mi querido Vicent Maquelssy y cuando sea de esa manera yo seré libre de ti… Vamos Darvin…—Di un largo suspiro al ver que ella cargaba a aquella bestia como si fuese un niño, y nuestros ojos conectaron y puede sentir su hostilidad, aquella que lo hacía terriblemente peligroso, al tener las manos de Elizabeth sobre él, solo cerros sus ojos y se dejó acariciar como si fuese no más que un pequeño gato de verdad. 

Todo aquello ocurrirá, mientras yo caminaba tras ella y colin parecía estar completamente sorprendido, no solo por sus palabras, también por el hecho de su actitud y su cambio tan repentino de tratarme, mientras yo solo reí un poco y negaba con la cabeza, pues ella estaba muy equivocada si creía que esto acabaría, ella estaba tan equivocada que incluso podría pensar que esa mujer que ahora podía tener una bestia en sus manos completamente dormida y dominada me daría tantos dolores de cabeza como eran posible y yo con cada acción no estaría enojado, estoy más que seguro que será todo lo contrarió, pues algo en ella me da vida, algo en ella me dice que todo comenzara a ser divertido a partir de este momento.

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