Después de un rato, Paula me envió una captura de pantalla de su galería.
Ahí estaba la prueba: efectivamente, había borrado la foto.
Finalmente, pude soltar un suspiro de alivio.
Yo: —¡Paula, eres la mejor! Me equivoqué antes contigo, de verdad. Te pido mil disculpas, señora Paula.
Paula: —No me pidas perdón solo con palabras. Quiero una disculpa de verdad. Invítame a cenar esta noche; quiero un buen filete.
Yo: —¡Claro! Invitemos también a Luna y a mi cuñada. Anoche tú nos invitaste, así que hoy me toca a mí invitarlas a todas.
La conversación con Paula se volvió más ligera y agradable en la segunda mitad.
Esto me hizo ver a esta mujer con otros ojos.
Al final, no era una bruja; tan solo disfrutaba jugando entretenidamente conmigo.
Después de tranquilizar a Paula, le envié un mensaje a Luna, informándole que Paula había borrado la foto.
Luna: —Óscar, eso significa que yo no tengo que borrarla, ¿verdad?
Con una sonrisa maliciosa le respondí: —Claro que no, señora Luna. Si quieres guar