—¿Tan directa?
—Sí, debe ser directa. Para tratar con alguien como Jorath, que es tan recto, no sirve una táctica demasiado indirecta. —Respondí sin dar tantos rodeos.
Maren se quedó pensativa, y enseguida dijo: —¿Pero cómo lo hago? ¿Debería poner su mano adentro o afuera?
Ah…
—¿Podrías darme una demostración?
Me dio la sensación de que esta mujer intentaba aprovecharse de mí.
—¿Me estás diciendo que no sabes nada? —La miré con desconfianza y le pregunté.
Maren, claramente molesta, respondió: —Claro que no sé nada, ¿y qué pasa con eso? Si supiera, no tendría que pedirte ayuda.
—Entonces, cuando me bajaste el pantalón, creí que ya tenías experiencia. —De repente, sentí que había sido engañado.
Maren se cruzó de brazos: —¡Era curiosidad! No sabía qué tan impresionante eras tu... ya sabes, para que tantas mujeres te sigan.
Me quedé incómodo, sintiéndome avergonzado. —Deja de decir estas cosas, me pones algo nervioso. A veces siento que mi vida ha sido demasiado fácil.
—Ya basta de hablar