Tal vez solo fuera una ilusión mía, pensé que él simplemente pasaba por allí y no venía hacia mí.
Así que no le di más importancia a ese asunto.
Sin embargo, cuando volví a mirar al hombre, me di cuenta de que me estaba observando con detenimiento.
Y su mirada, fría y profunda, era tan aterradora que parecía no ser humana, sino la mirada de la muerte misma.
Me puso los pelos de punta, y pensé que si no lo miraba, tal vez no tendría por qué temerle.
Pero parecía claro que él venía hacia mí, porque se detuvo justo frente a mí.
Mi corazón se subió a mi garganta y mi mente quedó en blanco. Me sentí paralizado al instante, como si mi cuerpo hubiera quedado insensible.
No me atrevía a confrontarlo. Pensé que lo mejor sería alejarme a toda prisa y buscar ayuda.
Sin embargo, cuando me moví hacia la izquierda, él también lo hizo. Cuando me moví hacia la derecha, él me siguió.
Era evidente que me estaba bloqueando el paso a propósito.
Supe que no iba a poder escapar. Así que, con la mandíbula t