Me acerqué a Carla por detrás y comencé poco a poco a masajearla.
No sé qué me pasaba, pero sentía una especie de temor instintivo hacia esta mujer, como el que un estudiante siente hacia su profesor.
Eso me hacía sentir en realidad algo incómodo, como si algo no estuviera bien.
Parece que Carla notó enseguida mi incomodidad y me preguntó: —Tu técnica de masaje parece algo rígida, ¿estás nervioso?
—No, no sé qué me pasa, pero sí, estoy algo nervioso,— le respondí sinceramente, sin ocultar en se momento nada.
—No te pongas nervioso, esto no es la escuela, no voy a hacerte nada,— me dijo con una sonrisa tranquila.
Incluso la forma en la que hablaba me recordaba a una directora académica.
Sin embargo, cuando mencionó la escuela, algo me pareció extraño.
Enseguida le pregunté: —¿Qué quiere decir con eso, señorita Carla? ¿Cómo sabe que acabo de graduarme de la universidad?
—No solo sé que acabas de graduarte, también sé que eres egresado de la Facultad de Medicina de Ciudad de Valivaria,— r