Los tres se recompusieron y continuaron viendo la siguiente escena, mientras yo me recostaba aburrida en el sofá cercano. Esta vez, la memoria mostraba a Naiara dándome un coscorron en las escaleras, y al escuchar la voz de Erik abajo, se arrojó por las escaleras.
El golpe llamó inmediatamente la atención de Erik.
—Erik, no culpes a Laura —sollozó Naiara—. Yo le robé su vida, es normal que me guardé pues rencor. Pero Erik, esto no es lo que yo quería. Si pudiera elegir, preferiría haber sido yo quien sufriera el maltrato en el pueblo.
Mientras lloraba, Erik, sin pensarlo dos veces, y después de ayudarla a levantarse, me dio una bofetada en la otra mejilla, creando una perfecta simetría.
A través de esta memoria, Erik finalmente comprendió que había malinterpretado la situación. Se tambaleó, apoyándose en una mesa cercana.
—Ella... ella nunca de veras me explicó eso... —su voz se apagó, dándose cuenta de lo absurdo de su argumento; no era que yo no hubiera intentado explicar, sino que é