—¡Chico, te advierto, entrégame los contratos de inmediato, o no te gustará cómo voy a tratarte!— el Presidente Muñoz se enfureció y golpeó la mesa al levantarse.
—¿No me gustará cómo vas a tratarme?
—¡Quiero ver qué puedes hacer para tratarme de esa manera!— Christian se rio y su mirada hacia el Presidente Muñoz estaba llena de desprecio.
—Chico, tú mismo lo has buscado. Si quieres morir, ¡cumpliré tu deseo!— el Presidente Muñoz se enfureció y se volvió hacia los dos guardaespaldas ordenando: —Ustedes dos, enséñenle una lección a este chico, rompan esas dos manos despreciables suyas y quítenle los contratos.
—Sí— los dos guardaespaldas asintieron y salieron rápidamente.
Al ver esta escena, Ignacio se levantó tambaleándose del suelo y recordó los gloriosos logros de Christian en la empresa. Rápidamente advirtió: —Presidente Muñoz, parece que este chico sabe artes marciales. Él solo puede lidiar con varios guardias de seguridad. Debes tener cuidado con tus dos guardaespaldas...
—No hay