—Papá, mamá, ¿han regresado? — Herminio rápidamente se adelantó al ver a los hombres de mediana edad.
El hombre de mediana edad no era otro que su padre, Fermín Romeo, y la hermosa mujer a su lado era su madre, Belén Larios.
En cuanto a los dos ancianos detrás de Fermín y Belén, uno de ellos era Abelardo, un renombrado experto en medicina de la región sur, a quien Fermín había traído especialmente para reevaluar la enfermedad de Leocadia.
—Tía, tío— Hilario se unió a Herminio y saludó a los hombres de mediana edad.
—¡Hilario también está aquí! — Belén sonrió gentilmente, sorprendida de encontrar a Hilario también allí.
Después de un breve saludo, Fermín miró fijamente a Christian, quien estaba junto a la cama de Leocadia.
—Herminio, ¿quién es este hombre? — preguntó Fermín en tono muy serio. —¿Qué están haciendo aquí?
—Papá, permíteme presentarte. Este es Christian, lo hemos traído especialmente, Hilario y yo, para tratar a Leocadia— explicó Herminio de manera concisa y clara.
—¿Qué?