Amanda llevaba puesto un uniforme de hospital, sin zapatos y caminando desorientada, murmurando para sí misma y ensimismada en sus propios pensamientos.
Uno de los transeúntes pensó que estaba loca y rápidamente llamó a la policía.
Poco después, los oficiales locales la encontraron.
—¿Amanda?
Richard la reconoció al instante.
Amanda al verlo, su primer impulso fue correr.
Richard rápidamente la persiguió: —¿Por qué corres?
—¡Suéltame, por favor...!
Amanda comenzó a luchar con desesperación como si fuera un reflejo instintivo, y debido a la gran agitación emocional, perdió el conocimiento y se desmayó.
Richard rápidamente llamó a Jorge.
Cuando Amanda despertó, se encontraba en una habitación de hospital.
Miraba el techo fijamente, con la mirada vacía y sin vida, no sentía nada.
—Amanda, ¿qué te pasa, por favor no me asustes? Ya estoy aquí, todo va a estar bien.
Jorge la miraba preocupado.
Al escuchar esa voz familiar, la puerta se abrió de golpe.
Era la misma voz que había oído cuando