Andrea
—Les agradezco que me hayan acompañado en esta emisión y espero contar con ustedes el día de mañana. Recuerden que esta noche en mi canal, tenemos un nuevo podcast con un gran invitado. Hasta pronto.
Andrea se retiró los audífonos y se estiró en su asiento. Con el pulgar arriba, felicitó al programador de controles que la acompañaba y se puso de pie, lista para ir a casa. Justo en ese momento, su teléfono vibró con un nuevo mensaje.
“Señorita Sammy, por favor, preséntese en la oficina de presidencia.”
Su corazón comenzó a latir desbocado. El momento había llegado. Sus manos sudaban y su rostro empalideció. No era miedo, sino una ansiedad punzante. Sabía perfectamente que no era una locutora profesional; había llegado allí por su esposo. Y ahora, sin importar cuán bien lo hubiera hecho, tendría que enfrentarlo todo.
“Vamos, Andrea, tú puedes”, se dijo a sí misma. Inspiró hondo y se encaminó al elevador, presionando el botón del último piso. Mientras ascendía, su mente no dejaba