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Los siguientes meses pasaron como agua, es increíble lo rápido que se va el tiempo cuando uno se divierte, salía casi todas las noches con Lis, a discos, a bares, a cenas. Mi círculo de conocidos aumentó considerablemente, ya no era Cristel, la desconocida, la solitaria, ahora las personas me buscaban porque afirman que soy divertida y que la pasan bien conmigo.

Eso sí, me juré que todas las noches no iba a estar con un chico diferente, no me sentí muy bien después de esa noche con Federico, incluso ahora, cuatro meses después todavía me continuaba sintiendo mal. Mi objetivo era disfrutar, pasármelo bien, hacer mi vida más entretenida, no cambiar de chico como cambiar de cama.

Suena mi teléfono, es Lis

 – Dime preciosa

 – Pitufina, ¿qué te falta? –estaba en el trabajo y ella ya ansiosa esperando mi salida, habíamos quedado en ir a cenar juntas

 – Lis, llevo todo el día sintiéndome mal, no sé si deba ir la verdad

 – Pitufina, llevo esperando todo el día para esto, te dije que te tenía una sorpresa preparada, no puedes quedar mal conmigo ¿Ya terminaste el trabajo de hoy?

 – Sí, ya

 – ¿Entonces qué esperas? Aprovecha que te promovieron y ahora gozas de horario libre

 – No quiero abusar de eso Lis, capaz que me lo quiten

 – Cris, tú nunca lo usas, siempre cumples con tu horario, eres la trabajadora que más ventas les das, por favor, más ejemplar no puedes ser, de lo contrario, no te hubiesen promovido

 – Bueno, está bien, voy a salir ya

Recogí todas mis cosas y fui directo al restaurant donde había quedado con ella. Como era de esperarse, ya estaba ahí.

 – Al fin llegaste, me estaba muriendo del aburrimiento ¿Qué vas a pedir de tomar?

 – Nada

 – ¿Por qué?

 – Te dije que me siento mal, no tengo el cuerpo como para ingerir alcohol

 – ¿Pero tú sigues sintiéndote así? Deberías ir a que te chequee un médico, ya llevas varios días sintiéndote mal, eso no debe ser normal

 – Es verdad, pero entre el miedo que me dan los hospitales y la manía de no faltar al trabajo, lo he ido posponiendo y posponiendo

 – Mira, por ahí viene llegando mi sorpresa

Me giro y veo que dos chicos vienen caminando hacia nosotras. Uno de ellos al llegar le planta un beso en los labios a Lis, lo que me deja totalmente descolocada.

 – Cris, ¿te acuerdas del chico del que te platiqué? –sin darme tiempo a responder porque sabía que diría que no, continuó diciendo- pues, es este

Estaba realmente descolocada. Lis no me había hablado de ningún chico y no sabía por qué el chico estaba diciendo que tenía ganas de conocerme 

 – ¿Conocerme en persona? –pregunté porque no pude aguantarme, si era una jugarreta de Lis no estaba de humor para ella, en verdad me venía sintiendo hoy fatal

– Dentro de un rato, vamos a conversar un poco primero –ella sabía que tenía muchos deseos de reprocharle todo esto y se estaba escabullendo

 – Lis, ¿puedes acompañarme al baño?

– por que?

 – No me siento muy bien

 – Tranquila que eso cuando entres en calor se te quita, ¿Te apetece un Gin Tonic?

 – No, en serio no quiero nada

 – Bueno, está bien, no quiero ser un pesado –no tienes idea de que ya lo estás siendo chico

 – Lis, en verdad necesito ir al baño, acompáñame por favor

 – Bueno, está bien

Me levanté de la mesa y salí caminando sin decirle nada, estaba demasiado molesta e iba respirando profundo buscando una forma para poder contener mi mal humor. En cuanto entré al baño me aseguré que no hubiese nadie, cerré la puerta y comencé a hablarle

 – ¿Qué tú te piensas que estás haciendo?

 – Pitufina, antes que nada, déjame decirte que es un chico estupendo, me aseguré de ello

 – Ese no es el tema aquí Lis, puede ser el mejor del mundo, el tema aquí es por qué lo hiciste a mis espaldas

 – Porque si te lo comentaba no ibas a aceptar, ¿o me equivoco?

 – Tengas razón o no, esa era mi decisión, tenía que tomarla yo y tú respetarla, no hacer lo que se te venga en gana

 – Ay chica, últimamente estás de muy mal humor. Te juro que no lo hice con malas intenciones, todo lo contrario, de verdad

 – Yo sé que no lo hiciste con malas intenciones, no tiene sentido que sea así, pero de igual manera me molestó

 – Disculpa pitufina, pero en serio, dale una oportunidad al chico, verás que no te vas a arrepentir

 – Está bien, disculpas aceptadas, pero no lo hagas nunca más 

 – Está bien, te lo prometo

Por más que lo intente, no puedo estar molesta con ella, es un dulce. Salimos del baño y fuimos a la mesa. Traté de ablandar un poco mi carácter y como me había dicho Lis, darle una oportunidad a Alan.

Conversamos bastante y en realidad descubrí que tenemos muchas cosas en común. Él adora trabajar, yo también, le gusta la lectura, ir de excursión. Siento que podríamos llevarnos bastante bien en realidad.

En medio de la conversación comencé a sentirme realmente mareada, todo me daba vueltas y tuve que agarrarme al borde de la mesa para no caerme

 – Cris, ¿estás bien? Tienes la cara muy pálida –no pude responderle, fue como si la fuerza abandonara mi cuerpo y todo se comenzó a poner negro- ¡Sujétala que se cae! –fueron las últimas palabras que le escuché decir a Lis

Cuando desperté lo vi todo muy blanco, tenía un suero colocado en mi vena así que supuse que estaba en el hospital, además, el olor era inconfundible. Miré hacia al lado y pude ver a Lis sentada en una silla a mi lado mientras tenía mi mano agarrada con la suya, estaba mirando hacia la ventana muy callada. Apreté su mano con la mía para que supiera que estaba despierta ya.

 – Pitufina ¿cómo te encuentras?

 – Estoy bien, solo me duele un poco la cabeza

 – Es del golpe, el lento de Alan no te pudo aguantar antes de que cayeras, te diste bastante fuerte en la cabeza

En ese momento una doctora entró en la habitación

 – Al fin despiertas ¿cómo te encuentras? –dijo ella

 – Estoy bien, solo con un poco de dolor de cabeza

 – No es nada, se lo informaré a la enfermera para que te traiga algo para el dolor

 – Doctora, ¿cómo está?

 – Está bien, ya le realizamos todas las pruebas pertinentes

 – Y entonces ¿Por qué se desmayó y por qué lleva días sintiéndose mal?

 – De salud está perfecta, solo que ahora tiene que cuidarse el doble, ya no eres tú sola querida Cristel –la miré sin entender nada de lo que me decía y al ver mi cara la doctora me explicó- estás embarazada

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