Se quitó su última prenda disponible, dejando a la vista a un socio bastante sorprendente. Abrí los ojos porque era la primera vez que veía uno real.
Cara a cara.
Le dije a mi corazón que se calmara, porque estaba segura de que Jean me trataría con cariño y amabilidad en todo el proceso.
Se colocó el preservativo y volvió a inclinarse encima de mí para darme un largo beso con lengua que me encendió más de lo que estaba.
Con una de sus manos empezó a frotar lento mi intimidad, jugando con cuidado en esa parte tan sensible llamada clítoris. Me estaba acostumbrando a ese delicioso placer que me causaban sus dedos.
Me aferré a su espalda, por suerte mis uñas no estaban muy largas para lastimarlo. Él se aseguró de que mi parte íntima estuviera lo suficientemente húmeda antes de siquiera intentar entrar.
Y lo logró.
—No dudes en decirme si algo te molesta, ¿de acuerdo? —indicó.
Asentí en respuesta.
Su aliento chocó con el mío. Empecé a sentir a su amiguito adentrándose poco a poco. Estaba s