Leon
Esperé la llamada de mi abogado, me quedé en la oficina casi hasta el anochecer viendo a Lana bañar a los perros y jugar con ellos toda la tarde. Hasta que mi teléfono sonó...
— ¡Por fin Alberto!
— Traigo las noticias de siempre y tú insistes en ignorar a Leon.
— Las cuentas de la empresa no son correctas.
— Esta vez ni siquiera me dejaron verificarlas, Osvaldo te está robando descaradamente. — Alberto hizo cuestión de poner más fuerza en la voz.
— No puedo relevarlo del cargo de presidente, para hacerlo tendría que tomar su lugar y asumir el cargo. Nuestro padre estipuló esa cláusula en el testamento y en cuanto a eso, yo no puedo ir en contra.
— ¡Ven aquí Leon, toma el control de esta compañía y pon a Osvaldo en la cárcel!
— Sabes que es imposible. — Grité.
— Tienes suficiente dinero para encontrar buenos cirujanos plásticos...
— Ya basta, Alberto, vuelve aquí y procura traer noticias de la madre de Lana. Quizás eso te haga menos triste. — Apagué mi celular, ¿por qué insiste ta