Sasha
El silencio que siguió a la desaparición de la entidad era casi más aterrador que el enfrentamiento mismo. El aire, normalmente pesado por la presión del bosque, parecía haberse congelado, suspendido en una espera interminable. A nuestro alrededor, las sombras, que parecían haber sido retiradas por la luz del ataque de Adrian, se retiraron gradualmente, formando una especie de jaula invisible. Los árboles, que hasta ese momento estaban apartados, parecían rodearnos, como si hubiéramos caído en una trampa de la que no podíamos salir. La tierra bajo nuestros pies parecía vibrar débilmente, como un eco de una antigua magia que solo esperaba despertar.
Miré a Adrian, cuyo cuerpo aún estaba encorvado, visiblemente agotado por el esfuerzo que había realizado. Sus brazos, normalmente tan poderosos, colgaban flácidamente a sus lados, y su respiración era irregular. Pero en el fondo de sus ojos, podía leer algo más que simple fatiga. Era determinación. La misma chispa que me había empuja