—¿Quién está ahí? ¿Leonardo? ¡Camila, ¿de verdad estás viviendo con él?! —La voz de Daniel sonó aguda, reverberando en mis oídos.
Alejé un poco el teléfono de mi oído y vi cómo Leonardo se acercaba, colgó la llamada sin dudar y luego me bloqueó.
—No vuelvas a contestar llamadas de desconocidos
—No sabía que era él —respondí en voz baja.
Me arrepentí de haber sido blanda; debí colgar de inmediato. A veces no puedo controlarme, sé lo que va a decir y aun así, tengo que escuchar.
—Hablé con Estela sobre el proyecto; probablemente no tendré tiempo para cocinar en los próximos días. Si no regreso, avisaré al restaurante para que envíen comida —Leonardo, con una expresión impasible, dejó la comida en la mesa.
—En realidad, yo puedo cocinar —Tomé los cubiertos y, al ver el risotto de mariscos, sentí un poco de hambre.
—¿Sabes cocinar? —Me miró él, interesado.
—¡Sí! Aunque no estaba muy sabroso, apenas podía llenar el estómago —dije mientras comía.
Mi habilidad culinaria no había mejorado en a