"¿Me desobedeciste? ¿Te has venido?". Estoy jadeando tan fuerte que apenas puedo responder.
"No. No. Lo prometo".
No me cree.
Con un gruñido, me empuja de espaldas sobre la cama y se arrodilla sobre mí, aplanando una mano sobre mi esternón y presionando para inmovilizarme.
Desliza la otra mano entre mis piernas. Sisea cuando me encuentra empapada y lista para él.
Me mete un dedo y me hace callar cuando gimo.
"Pon los brazos sobre la cabeza y abre las piernas". Temblando, levanto los brazos por encima de la cabeza y apoyo las manos entrelazadas en la cama. Luego abro los muslos y me muerdo el labio inferior, rezando para ser lo bastante fuerte como para aguantar lo que está a punto de darme.
Se queda quieto un momento, mirándome a la cara con ojos ansiosos, con un dedo en mi interior esperando el apretón rítmico del orgasmo. Estoy a punto de llegar, casi, y si mueve el dedo, me voy a dar la vuelta y empezaré a follarme su mano desesperadamente mientras el clímax me desgarra.
De