KIARA
Respiro agitada sintiendo como sube y baja mi pecho. Miro mis manos y suelto el arma sintiéndome asqueada.
El cuerpo de Renata se desploma en un sonido sordo, entre quejidos y sacudidas, que de apoco comienzan a expirar, la boca se le llena de sangre ya que el disparo fue en el cuello.
Los brazos me tiemblan y caigo hacia atrás de trasero, arrastrándome más a la pared. La piel de mi rostro la siento manchada de su sangre tibia y los policías de fuerzas especiales, que traen cascos, armas y chaleco antibalas, entran apresurados alarmando a todo e invadiendo el lugar.
Pero no puedo dejar de pensar que es demasiado tarde.
Uno de ellos se va al cuerpo de Renata para tomarle el pulso en la muñeca y mira a otro negando con su cabeza.
—Está muerta —dice y a mí se me viene el mundo encima aplastándome y rompiéndome el espíritu que trataba de mantener.
Otro de ellos me intenta tocar, pero yo me alejo temblando. No quiero que nadie me toque. Me miro las manos y las veo manchadas de