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— Estos son los medicamentos que el Dr. Blake te receta. Tengo que ocuparme de algunos asuntos en mi oficina. Volveré en un rato para ver cómo estás.

Me besa en la frente después de que trago la pastilla y me quita el vaso de las manos, colocándolo en la mesita de noche. Ya me estoy quedando dormida, así que sale de la habitación, cerrando la puerta suavemente. No pasa mucho tiempo antes de que un sueño profundo se apodere de mí.

Punto de vista de Beck :

La extraño. Solo está a unas puertas de distancia y apenas lleva dormida tres horas. Pero la extraño.

Estoy ocupado revisando los archivos de los otros prisioneros que estuvieron con Lexi. Decido si podrían ser buenos miembros de la manada, si representan una amenaza o si merecen un juicio. Estoy leyendo el archivo de un chico de 17 años que podría ser un buen guerrero para la manada, cuando la puerta se abre.

Will entra y se sienta en mi escritorio.

— Beck, tenemos que decidir qué hacer con los guardias. Están poniéndose inquietos por no poder transformarse. Podríamos tener un montón de lobos muy fuertes y muy enfadados en poco espacio.

Asiento con la cabeza y suspiro, frotándome el rostro con las manos.

— Lo sé. Lo sé. Pero no quiero presionarla ni empujarla demasiado. Tendrá que pasar por cada guardia y contarle a una sala llena de gente cómo la maltrataron. Es mucha presión para alguien que ya está frágil.

— Quizá puedas hablar con ella en privado sobre los guardias de menor rango, y luego estar presentes para los más importantes, como Logan.

— Sí, podría funcionar. Hablaré con ella y veré qué piensa. Gracias, Will.

Asiente y me estrecha la mano antes de irse. Vuelvo al archivo y tomo algunas notas. Casi termino cuando escucho pasos sobre la madera del pasillo. Sonrío, pensando que es Lexi. Entra y se sienta en una silla frente a mi escritorio. Levanto la vista del archivo y me quedo congelado.

Gianna.

— Gianna, ¿qué demonios haces aquí ? — gruño, molesto porque no entiende el mensaje.

— Solo vine a visitar, supongo — dice, sonriendo con coquetería y pestañeando.

— Lárgate. Ahora — digo entre dientes.

— Sabes, estuve pensando antes… extraño lo nuestro, lo que solíamos hacer.

— Gianna, nunca hubo un “nosotros”. Solo eras buena en la cama y estabas siempre dispuesta, nada más.

— Bueno, sigo estando dispuesta.

— ¡Y yo no estoy interesado ! ¡Tengo una compañera a la que jamás podrías compararte !

— ¿En serio, Beck ? ¡Tú no la amas ! ¡Ni siquiera querías una compañera ! ¡Ella no te conoce como yo ! ¡Es una niña, nada más ! — grita.

— Gianna…

Se levanta y camina alrededor del escritorio para ponerse frente a mí.

— Shhhhhh. Ella no sabe lo que te gusta, ni cómo te gusta. Pero yo sí… déjame ayudarte. Debes estar tenso y frustrado — susurra mientras se sube a mi regazo.

Intento apartarla, pero me rodea el cuello con los brazos y siento sus uñas clavándose en mi piel. De inmediato, sus labios se posan sobre los míos y mete su lengua en mi boca. Gimo e intento empujarla otra vez. Gianna interpreta ese sonido como placer y empieza a moverse contra mí.

Escucho un sollozo en la puerta y giro la cabeza de inmediato.

M****a.

Alexia está en la entrada, con los ojos llenos de lágrimas. Resopla, se da la vuelta y da un portazo.

— ¡Lexie ! ¡Espera ! ¡Amor ! — grito, empujando a Gianna fuera de mi regazo. — ¡Maldita ! ¡Fuera de mis tierras ! Quedas desterrada de esta manada. Gianna Foster, ahora tienes el estatus de una marginada y se te ha despojado del título de miembro de la manada Black Mist. Haz tus maletas y vete en menos de una hora o serás ejecutada. Eso es una promesa, no una amenaza.

Corro por el pasillo hasta llegar a la habitación de Lexie y mía, solo para encontrar la puerta cerrada con llave. Puedo oír sus sollozos al otro lado de la puerta, y se me rompe el corazón con cada uno.

— Alexia, cariño, abre la puerta. Por favor. Lo siento muchísimo, princesa.

Toco suavemente.

— Déjame entrar, amor. Déjame explicarte. No es lo que piensas.

La oigo levantarse de la cama y acercarse a la puerta…