—So-Soo-Min — Balbuceé y bajé la mirada, se trataba del amigo de Seung-Yi a quien también había conocido en Shanghái en aquél viaje que marcó mi vida para siempre.
—¡Eun-Ji! ¡No lo puedo creer! ¿Quién iba a imaginar que te iba a encontrar aquí? ¡Seung-Yi se va a poner feliz cuando sepa que estás viva!
—Soo-Min, por favor, por favor te lo suplico, no le digas dónde estoy. No quiero que sepa dónde encontrarme.
—Lo siento señor, la señora debe descansar tengo que llevarla a su habitación— dijo la enfermera sin dejar de empujar la silla de ruedas ni por un instante.
—Por favor Eun-Ji, tenemos que hablar — Insistió Soo-Min — Tenemos que hablar.
—Está bien, mañana a la hora de visitas que permite el hospital, estoy en la habitación 203 pero por favor, no le digas a Seung-Yi que me viste, al menos, no hasta después de que hablemos.
—Está bien, te lo prometo, será como tú digas.
La enfermera siguió su camino y Soo-Min se quedó parado detrás, pero podía sentir que me seguía con la mirada.
—Es