Nala
Abro los ojos y me llevo las manos a la cabeza, sintiéndome un poco desorientada. Mi cuerpo no responde de la forma en la que debería hacerlo y tengo la impresión de haber perdido mucho tiempo y demasiada información.
Mi cuerpo se encuentra extendido sobre el blanco frío, mientras gélidos copos de nieve caen sobre mis labios sedientos.
Los inmensos árboles a mi alrededor crean un ambiente sombrío y fúnebre, rodeado de cortezas y raíces, esparcidas por todo el pequeño claro.
Escucho un quejido a mi lado y la furia enciende mi corazón, cierro los ojos y el recuerdo de una hermosa mujer arrullándome y enseguida deseando mi muerte se apodera de mi mente.
— Nala, ¿estás bien? — Sonrío al escuchar la voz de mi lobo preferido, el hombre que en tan poco tiempo se ha adueñado de mi corazón y de mi vida y sin el que nunca más podré estar completa.