Capítulo Veintisiete

Me empiezo a derretir en el sofá, los dedos se deslizan por mis muslos con tan solo recordar la sesión de ayer con Joseph. Tal vez deba requerir la ayuda de mi pequeño amigo vibrador.

– Me centraría tanto en ellos que seguramente te haría correr.

– Mm –gemí más fuerte, apropósito.

Su respiración empezó a acelerarse, veía como su pecho subía y bajaba.

– Sigue… – le incité.

– Empezaría a bajar por tu esternón… – Me toqué justo ahí, en medio de mis pechos como si él me estuviera tocando, imaginaba que eran sus dedos.

–Me quedaría un rato en tu ombligo, solo para retrasar la llegada a tu clítoris, para torturarte de deseo…

– Ah –gemí fuerte y ni siquiera me había tocado mi sexo.

– Quiero que hagas que me corra, Joseph –dije entre orden y súplica.

– Pasaría los dedos por encima de tus labios, acariciando, sintiendo tu piel suave, tu sexo perfecto.

– Mm…

– Te penetraría con un dedo… – su sexo volvió
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