Capítulo 6

El silencio que reinaba en el patio del Titi era comparable al de un cementerio. La esposa Titi, de pie en la terraza, acababa de hacer una pregunta: Una pregunta a la que su hermana gemela Fidélia respondió diciendo:

– Mamá, mi hermana acaba de beber una copa de vino de palma.

- Qué ? ¿Desde cuando empezaste con esas tonterías? gritó la madre.

– Mamá, fue a propósito.

– ¿A propósito? ¿Y por qué es sólo ella la que está borracha?

– ¡Mamá, sabes muy bien que no me gusta mucho beber alcohol!

– ¿Y por qué no pudiste impedir que tu hermana…?

– ¡Mamá, deja de hacerme tantas preguntas! ¿Cuál es exactamente tu plan?

– Fidelia, si alguna vez le pasa algo grave a tu hermana, serás…

– ¡Mamá, no te preocupes! Sabes muy bien cuánto la cuido. Así que puedes contar conmigo. A mi hermana no le va a pasar nada porque nacimos el mismo día y si no sabes como hacerlo moriremos el mismo día...

- ¡Cállate, idiota! Además, ¡sal de mi vista!

Fidelia, sintiéndose humillada, se enojó y se fue a su habitación sin decir otra palabra.

***

Dos horas después. Fideliana finalmente había logrado escapar de la jungla de la borrachera.

En el patio trasero, Fidélia estaba haciendo las tareas domésticas. Esta noche le tocó a él cocinar. Antes de que fueran las seis, la hora de cocinar, la joven había decidido lavar primero las ollas y algunos platos sucios. De repente aparece la silueta de una joven; Era Fideliana.

- Qué estás haciendo ? preguntó el recién llegado

-¿Por fin te has despertado? La ama de casa lo envió de regreso.

- Sí ! ¿Cuando regresamos de allí?

- ¿De donde?

– ¡De la casa del señor!

–Anna, ¿cuál fue ese mal comportamiento?

– ¿Mal comportamiento? ¿Qué he hecho? ¿Y por qué esta pregunta?

– Anna, ¿por qué a veces eres tan terca? ¿Qué te dije hoy después de llegar al baño?

-¡Ya no me acuerdo!

– ¡Es normal que lo olvides! ¡No podías recordar eso! Además, esta será la primera y última vez que visitemos a este maldito hombre.

- Qué ? ¿Y por qué? Pero él es muy...

– ¡El bucle! ¿Sabes lo que va a pasar hoy? ¿O acaso habéis olvidado lo que nos contó la costurera sobre el caballero?

- Hermana mía, ¿crees esa burda mentira de que la costurera había tratado a...

- Callarse la boca ! ¡Perra! No te imaginas lo que ese hombre quería hacer contigo mientras dormías hoy como un cadáver en un ataúd.

- Hablas en serio…?

- Callarse la boca !

Sus voces resonaron tanto que llamaron la atención de su padre, quien pronto irrumpió en el patio trasero.

- ¿Qué está pasando aquí y qué están discutiendo y no vamos a escuchar?

—Papá —le dijo Fidelia a su padre—, esto es solo una conversación privada.

– Fidélia, ¿qué tal si hablamos en privado? Aunque esta discusión es privada, me gustaría participar. Entonces, ¿de qué caballero estás hablando?

– Papá, no tienes que preocuparte por nosotros. Este es nuestro negocio y usted tendrá que dejar que lo manejemos como usted maneja el suyo y...

– Fidélia, te pregunto, ¿quién es este caballero que quería hacerle daño a tu hermana?

– Papá, ¿cuál es tu problema…?

– Fidélia, ésta es la última vez que te hago la misma pregunta. ¿Quién es este hombre al que recurriste y que quería hacerle daño a tu hermana?

– Dios de misericordia. Papá, puedes golpearme toda la noche, te juro que nunca te lo diré. ¿Cual es exactamente tu problema?

- Está bien ! Ustedes dos, síganme a la sala de estar.

Intercambiándose una mirada discreta, los dos gemelos siguieron a su padre hasta la sala de estar.

—Vamos, ponte de rodillas —ordenó el padre.

Las dos niñas estaban arrodilladas cuando de repente apareció la hermana mayor.

– Buenas noches, papá.

—Sí, buenas noches, querida mía; Bienvenida llegada.

– Gracias, papá. Pero papá, ¿por qué quieres golpearlos?

- Tus hermanas cada día se vuelven más insoportables en esta casa. Salieron de casa para quedarse con un desconocido y desde entonces no paran de hablar de ello sin darse cuenta que yo estaba fuera de la puerta escuchándolos. Ahora les pido que me digan quién era ese hombre con el que habían pasado casi todo el día y ellos juran de buena gana no decírmelo.

Florencia, desestabilizada, se acercó a su padre quien estaba muy enojado.

– Papá, estos dos niños van a aumentar la tensión en esta casa. ¿Por qué no puedes ignorarlos?

– Nunca, no puedo ignorarlos mientras crecen con su comportamiento de m****a.

– Papá, por el amor de Dios, déjalos.

El padre, impotente, fulminó:

-Pero ya lo verás un día.

Todavía con cara de enojo, el padre desapareció de la habitación, dejando a Florencia y a sus hermanas detrás de él.

– Y tú, ¿a dónde fuiste? Florencia les dijo a las dos niñas que estaban de rodillas.

-¿Cuál es tu problema en nuestra historia? Fidélia preguntó enojada. Tú, levántate, nos vamos.

Mientras Florencia observaba, sus hermanas se arrastraron de las manos y desaparecieron de la sala. Fue en ese momento cuando el mayor se arrepintió de haberlos salvado del castigo que su padre quería infligirles. Florencia se dirigió a su habitación.

Sentada en el borde de su esterilla, Florencia comenzó a hacerse mil y una preguntas. ¿Pero de qué? ¿Se trata de su futuro marido? ¿Sobre las promesas que le hizo su futuro marido? ¿De qué exactamente? De repente apareció una sombra, era su madre.

–Hija mía, ¿ya regresaste del pantano?

Florencia, dando un largo suspiro, respondió a su madre con un “sí”.

- Y al no haberte visto en el patio ni en la sala, fui a tu habitación y tampoco estabas allí, añadió.

- Es cierto ! Fui a ver a un amigo.

- OMS ? ¿Mamá Fifi?

- ¡Por supuesto!

– ¡Lo sabía!

– ¿Pero por qué este aire?

-Mamá, ellas son mis hermanas otra vez.

-¿Qué hicieron esta vez?

– ¡Quizás nada grave! No sé por qué nunca les gusta hablarme con un poco de respeto.

– Dios mío, ¿este personaje te está dando problemas?

—¡Mamá, esto es inaceptable!

-¡Oh querido mío! ¿De verdad crees que eres el único al que le faltan el respeto en esta casa? Incluso yo, que soy su madre, los extraño. ¿Y quién eres tú ante sus ojos?

– Pero mamá, ¿sabes que es tu culpa?

– ¿Pero cómo? ¡Sabes que nunca te sueltan! Se defienden a pesar de sus defectos.

– Mamá, es tu culpa porque, sean cuales sean los cuernos de un niño, una madre siempre tiene una forma de educar a su hijo. Debes tener una manera de educar a tus hijos. ¡Son sólo tuyos! ¿Cómo puede una madre no poder...?

—Querida mía, tienes toda la razón. ¿Pero cómo quieres que lo haga?

Aterrorizada, la señora comenzó a llorar.

– ¿Por qué lloras, mamá? ¿Es por estas chicas que estás llorando?

– Mi…mi…hija, esa…esa…

-Mamá, tranquila, todo estará bien. En definitiva, son mujeres y tarde o temprano cada una de ellas se casará. Cuando sus maridos les den a cada una una buena paliza, comprenderán que la vida no es lo que ellas piensan.

***

Dos días después.

Esta mañana, las hermanas gemelas, después de despertarse de la cama, se enfrentaron. El hecho es que cuando están juntos, siempre tienen algo que decirse.

–Anna, me gustaría hacerte una sugerencia –comenzó la esbelta mujer.

- ¡Tienes todo lo que escuchamos!, exclamó el otro.

—Sabes, en la vida un hombre necesariamente debe emprender algo. Es el trabajo el que determina el valor y el origen del hombre. Pronto cumpliremos veinte años y no hemos aprendido ningún oficio. Pienso que eso no es católico de nuestra parte.

La segunda gemela, mientras su hermana contaba lo que le había venido a la mente y que le había quitado parte del sueño, escuchaba religiosamente.

- Tienes razón ! Tienes toda la razón, querida mía. Entonces, ¿qué te gustaría que hiciéramos ahora?

– ¡Buena pregunta! Me gustaría que eligiéramos una carrera juntos.

– ¿Cuál entonces?

– Costura. ¿Qué opinas?

- ¡Es interesante! ¿Pero en casa de quién?

– ¡En casa de nuestra costurera!

- Nunca ! Si vamos a ella para nuestra formación, ya no nos respetará como nos respeta.

- ¿Hablas en serio?

– Fidélia, sé exactamente de lo que hablo. Ella nos va a faltar el respeto. Ella ya no nos respetará más, créeme. Peor aún, ella querrá que también la respetemos.

– ¡Puede que tengas razón! Pero con el tiempo sabremos cómo castigarla en caso de que se atreva a ser tan irrespetuosa con nosotros como crees. Además iremos a trabajar cuando queramos y no creo que ella diga nada porque ya somos sus amigos.

—Está bien, en ese caso te apoyo. ¿Y si por error el joven llamado Dieu-donné viniera a buscarnos allí?

– ¡Lo saltaremos! ¡No importa lo que diga, lo ignoraremos!

– Te apoyo, Fidélia.

***

Unos días después.

Algunos familiares y amigos de Jean-Paul estaban sentados en el patio de Titi. Era el gran día planeado para la dote. El propio Juan Pablo II, como exigía la tradición, no estuvo presente. Mamá Florencia y Papá Florencia también estaban sentados, haciendo compañía a los invitados del día.

Las entrevistas habían comenzado y duraron varias horas. Al final de las conversaciones, los enviados del hombre se pusieron de pie y pidieron indicaciones. Salieron del juzgado tras devolver a los suegros de la novia un pato, dos botellas de vino de palma, algunas bebidas cola y cincuenta mil francos. Después de marcharse, el padre llamó tranquilamente a su hija y, con voz tranquilizadora, le preguntó si estaba contenta con la relación que la unía con el joven llamado Jean-Paul. La muchacha quedó encantada y respondió: “Sí, papá, quiero casarme con él”.»

- ¿Hablas en serio? el padre distribuyó; ¿De verdad quieres casarte con él?

– Sí, padre, me gustaría casarme con ella.

- Está bien ! ¿Has estudiado bien sus características y estás seguro de que es adecuado para ti?

– Papá, no es tan complicado; y creo que con él seré feliz toda mi vida como siempre lo he sido en esta casa.

– Si no es demasiado complicado, ¡es como si fuera un poco complicado!

—Lo siento, papá. No es nada complicado —se defendió la niña.

- Está bien ! Esposa mía, ¿escuchaste lo que acaba de decir tu hija? Si queremos entenderlo, ella realmente ama al hombre con todo su corazón.

– Sí, eso es exactamente lo que creo también. Ella lo ama, añade la madre.

- Está bien ! Mi oración para ti es primero felicidad y luego paz y comprensión.

– Gracias, papá.

– Además de esto, os exhorto a la obediencia y a la sumisión.

– ¡Gracias, Padre!

– Sí, cuando tu marido está enojado y te regaña, tengas razón o no, necesitas silencio. Una mujer bien educada no habla cuando su hombre está enojado. Estar en silencio no significa que no puedas hablar. ¿Y sabes por qué? Es cuando tú estás hablando, cuando él está hablando, que el diablo lo empujará a hacer cualquier cosa. El diablo se encargará de que la tensión se encienda y de repente, con expresión de enojo, tu marido podría darte una bofetada sin darse cuenta. Tu madre te contará más cuando estés listo para partir.

– ¡Gracias, papá! Muchas gracias; Eres adorable.

- GRACIAS !

***

Eran las cuatro de la mañana cuando un jeep holandés se detuvo en la puerta de Titi. Al lado del jeep estaba un hombre vestido de domingo y con una corbata ajustada alrededor del cuello. Con los brazos cruzados y la espalda pegada al coche, el hombre estaba impaciente por que algunas personas regresaran del patio.

Después de unos minutos, dos jóvenes salieron del patio del Titi con equipaje en sus manos. Le entregaron el equipaje al hombre que estaba de pie y regresaron al patio. Los viajes en transbordador habían durado unos buenos minutos.

-Hija mía, te extrañaré.

Con lágrimas en los ojos, la joven respondió a su vez: «Mamá, yo también te extrañaré mucho».

– No te preocupes querida mía, oraré por ti y vivirás lo mejor de este matrimonio con tu hombre.

– ¡Gracias, mamá! Papá, yo también te voy a extrañar.

– ¡Hija mía, no te preocupes! Una mujer se ve obligada a abandonar a su padre y a su madre un día. Creo que ya es hora y no tenemos comentarios al respecto. Los espíritus de mis antepasados te acompañarán y estarán siempre contigo.

– Gracias, Padre, gracias.

Con un gesto repetido, el hombre, con el dorso de la mano, enjugó las lágrimas que corrían por los ojos de su hija, que lucía triste y abatida.

“Hija mía, adiós”, dijo la madre con lágrimas corriendo por sus mejillas.

“Hermana mayor”, llamó Fidelia, “te vamos a extrañar”.

-Yo también os extrañaré, mis queridos.

Toda la familia Titi estaba triste. La tristeza era evidente y del agrado de todos. Unos momentos después la joven subió y el vehículo arrancó y poco a poco comenzó a desaparecer. Después de unos segundos, el jeep desapareció en la distancia, ante los ojos de la familia de Florencia.

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