50. ¡Necesito que vivas!
Bella
Aunque hubiese hecho hasta lo imposible por mantenerme a salvo, habría sido en vano.
Estábamos rodeados por al menos una cuadrilla de quince hombres, y entre ellos, la sombra de Fabiano Calderone se abría paso absolutamente poderosa.
No teníamos escapatoria, y de haberla buscado, las posibilidades se reducirían a cero. Quizás eso fue lo que impulsó a Rigo a empujarme detrás de su espalda. Echó mano a la cinturilla de su pantalón y soltó una maldición baja cuando descubrió que estaba desarmado.
Desvió la mirada hacia el vehículo y cerró los ojos un segundo antes de suspirar.
Sí, estábamos acabados, y las cosas no tardarían en ponerse feas.
—Mantente detrás de mí, ¿de acuerdo? —susurró para que solo yo alcanzara a escucharle.
Apreté su mano para que supiera que lo había escuchado, pero, de haber estado armado, no me habría sentido tan asustada.
Indefensos y sin refuerzos.
¿Qué final podría tener aquella emboscada?
El suburban estaba a una distancia que pudo habernos dado un ápice