61. Un hijo mio...
Carlo
Había pasado una semana desde que todo había quedado atrás.
Stella tuvo una muerte de la que su padre se sintió aborrecido y su madre decepcionada. Esta última creyó conveniente entregarme un sobre sellado que terminé de abrir cuando estuve a solas dentro del auto.
« Está en Barcelona. Por favor, hazle crecer como un Ferragni » describía la carta.
Sonreí, y tan enorme fue la sensación de bienestar recorriendo mi cuerpo que no pude evitar que los ojos se me empañaran.
Seis jodidos años perdidos.
Iba a recuperarle, seguro estaba de ello.
Encendí el motor del auto y emprendí camino a la casa del lago. Antes me detuve en un pequeño mercado de flores.
. . .
Llegué justo al tiempo que atardecía.
El cielo se había cubierto de púrpura y estrellas para las vísperas de año nuevo. Empujé la puerta y esta hizo un pequeño chasquido interrumpió el silencio. Mauro y Analía se habían llevado al pequeño Alessandro a dar un paseo, así que Gia y yo teníamos un par de horas para nosotros solos e ib