Punto de vista de Seraphina
Tumbada en mi cama, con un pijama holgado y el pelo mojado de la ducha. Annika estaba en la habitación de al lado, durmiendo a pierna suelta por el sonido del vigilabebés.
El dolor entre las piernas no había desaparecido. Ni siquiera con lo mucho que me retorcía, intentan