Era evidente que ya no estaba enojado por lo de esa desagradable mujer, ni mucho menos estaba interesado en llamar a su madre para informar lo que le había dicho. Así que, si había logrado mi objetivo, pero, a que costo.
Ahora, como si fuera una especie de deja vu, estaba en medio de una gran espada y la pared, con una mirada roja que me decía el peligro que podría vivir si sucumbía a la tentación que este hombre me proporcionaba.—No vamos a tener sexo— digo firme y Jareth sonríe.—Parece que estoy en un deja vu, porque esas palabras las he escuchado salir de tu boca en el pasado, Adhara y los dos sabemos cómo terminamos— dice Jareth y yo me sonrojo.—Esta vez es en serio— digo empujándolo.—Oh, entonces, ¿la vez pasada no fue en serio? Era solo un simulacro, ¿verdad? —pregunta Jareth en tono burlón y yo me esfuerzo por