Lo Que Debe Ser
Kael caminaba en silencio por el sendero empedrado que llevaba al salón del consejo interno. El amanecer salía cada día más temprano, pero cuando él se puso en camino aún no había luz solar, pero los faroles encendidos lanzaban sombras largas sobre los muros de piedra. Había ordenado que nadie lo siguiera. Ni guardias, ni asistentes. Solo él y sus pensamientos, cada uno más denso que el anterior.
Había mandado llamar a la anciana Lemia antes del amanecer. Sabía que ella no lo ignoraría. La anciana siempre decía que las decisiones importantes se tomaban mejor cuando el mundo aún no se había despertado por completo, adelantarse cuando el ruido de otros no contaminaba la mente.
Al entrar en la sala, la encontró sentada en el suelo alfombrado. No necesitaba compañía o escolta; su sola presencia imponía respeto. El cabello blanco recogido, la túnica oscura, las manos arrugadas reposando con firmeza sobre su regazo.
-Alfa -Dijo sin volverse, como si hubiera sabido el momento