POV : Tercera persona
Alexander llegó a la finca con la misma tranquilidad con la que se había marchado del centro de la ciudad. El auto se detuvo frente a la enorme entrada principal, una construcción elegante y silenciosa, rodeada de árboles altos que ocultaban el lugar de cualquier mirada curiosa. La brisa del campo rozaba los ventanales y las luces cálidas de la casa se encendían una a una, anunciando su llegada como si el lugar mismo lo reconociera.
Bajó del auto sin apuro. Sus pasos eran pausados, pesados pero firmes, como si el suelo le perteneciera. Apenas cruzó la puerta principal, se quitó el saco oscuro con un gesto lento y lo lanzó con desdén hacia el sofá más cercano. El abrigo cayó como una sombra sobre el cuero blanco, mientras Alexander se aflojaba los primeros botones de la camisa con una mano y se pasaba la otra por el cabello, despeinándolo un poco.
Caminó por el recibidor sin detenerse, subiendo las escaleras con la seguridad de alguien que sabía exactamente lo qu