POV : Tercera Persona
La finca se alzaba en medio de la niebla como un recuerdo que se niega a morir. Antiguo, imponente, el caserón se escondía entre árboles torcidos y caminos cubiertos de hojas secas, como si la propia naturaleza intentara olvidar su existencia. Las verjas de hierro forjado se abrieron sin que Demon dijera una sola palabra, como si reconocieran su presencia. El auto avanzó lento por el camino de piedra, las ruedas crujían sobre la grava como si los huesos del pasado se quejaran bajo su peso.
Al llegar a la entrada principal, las puertas se abrieron con un chirrido gutural. Como siempre, la oscuridad fue lo primero en recibirlo. Esa oscuridad espesa, casi viva, que parecía abrazar los muros de la mansión con dedos largos y fríos. Demon dio unos pasos dentro, ya acostumbrado al peso del aire, a esa atmósfera cargada de algo que no podía explicarse con palabras.
Un leve carraspeo rompió el silencio.
—Bienvenido, señor Demon —dijo una voz rasposa, con la gravedad que s