En el área de la piscina, Winnie y Benjamín estaban disfrutando de un momento tranquilo. William nadaba con un flotador bajo la supervisión de Sarah y Manu, mientras Emma chapoteaba en su piscina para bebés. El sol brilla, y el sonido de las olas de fondo hacía que todo pareciera perfecto.
De repente, Winnie nota algo, a su lado llegaron dos jóvenes, uno de ellos el joven que vio en el desayuno.
—Ben, creo que es el mismo chico del desayuno —murmura Winnie, dándole un ligero codazo.
—¿Quién? —Benjamín levantó la vista.
—El del restaurante... el chico que Emma no dejaba de mirar.
El joven, alto y de porte confiado, se acerca con una sonrisa amigable. Llevaba unas gafas de sol que le daban un aire de modelo casual, pero su expresión era amable, sin pretensiones. Se detuvo frente a ellos, inclinando ligeramente la cabeza a modo de saludo.
—Hola, espero no interrumpir —dijo, con un tono de voz suave pero seguro—. Solo quería saber... ¿cómo se llama esta pequeña preciosidad? —Señaló a Emma