37. PARÍS
Mientras en la casa de las afueras de París, la señora Tania mira interrogante a su esposo el señor Sardino.
—Era Bella, dice que se va a quedar con su amiga Marta en el apartamento porque está muy cansada y tiene que estudiar mucho. Quería que fuéramos nosotros, pero le dije que mañana. ¿Está bien?
—Muy bien, esa muchacha se está esforzando demasiado. Se va a enfermar. —Le contestó la señora Tania por señas.
Desde que habían venido hacía un mes le preocupaba mucho su nieta, se la pasaba durmiendo, cansada y apenas comía. Por lo que el señor Sardino le había puesto un chofer para que ella pudiera descansar en el viaje, y porque temía que se fuera a quedar dormida conduciendo y tuviera un accidente.
—Tenemos que llevarla al doctor a que le haga un chequeo general, no la veo nada bien.
—Lo haremos, mañana mismo nos iremos a la clínica cuando ella regrese de la escuela. —Seguía la abuela insistiendo muy preocupada por su nieta —Deberíamos ir ahora, de seguro que no come, podemos llevarle