38. ISABELLA
El doctor Alfonso mira a su gran amigo Santiago. Está muy preocupado al enterarse de todo lo que tiene, es una tarea ardua que lleva mucha fuerza de voluntad del paciente, y que no está seguro de que él lo hará, debido a que lleva muchos años en la misma situación, por eso le pide.
—Ven a verme todos los días Santiago, y lo iremos resolviendo de a poco. Lo importante es que diste el primer paso y buscaste ayuda profesional.
—Eva no puede enterarse, o me temo que tu familia pueda estar en serio peligro, Alfonso —advierte Santiago.
—Muy bien, lo haremos en casa de mamá o en tu oficina, en cualquier lugar como si estuviéramos compartiendo.
—¿Puede ser en la oficina?
—También. Te ayudaré mi amigo, ya verás. Iré a tu empresa como si fuera a ver a mi hermano Adrián todos los días. Me hace camino cuando voy a ver a mamá y para ir a mi casa. ¿Sabes que estudié esta especialidad por ti?
—¿Estás bromeando?
—No, lo digo en serio. Cuando pasó lo de Susan yo había recién iniciado en la escuela de