Capítulo8

Jameson

Abrí los ojos maldiciendo al percatarme que no habia cerrado las persianas de la habitacióin la noche anterior mi celular sonaba estridentemente y la cabeza me latía como si tuviese un taladro haciendo orificios en mi cráneo, recordé la conversación con Kate, la cachetada y la manera en cómo me fui dejándola en la entrada del casino. El celular volvió a sonar y me senté en la cama, llevando las manos a mi cabello y peinándolo hacia atrás, necesitaba un corte. Tomé el celular observando el nombre de mi padre en la pantalla, era más de las nueve de la mañana, por lo que supuse que al final no llegaría a la hora acordada con él, dejé que la llamada se fuera a buzón, imaginando a Domenico furioso en su oficina, tenía un mensaje de W******p de Kate

Al menos sabía que llegó bien al hotel, lo abrí rápidamente.

“Llámame cuando regreses, lamento haberte hecho enojar anoche.”

A pesar de que no quería ver a mi padre, me di una ducha rápida y conduje hasta el aeropuerto, el avión privado de Domenico ya estaba esperándome en el hangar, di una mirada al piloto cuando me senté y la azafata me trajo un Jack doble.

Mientras volábamos, encendí la laptop y me distraje revisando correos electrónicos y movimientos de la bolsa de valores, ya que tenía mis propios negocios fuera de los ilícitos.

 Una vez en Nueva York, Henrry, el chofer de la familia, me esperaba. Henrry era alto, tenía más de sesenta años, pero se encontraba en forma tenía el porte de un jodido militar. Sin embargo, yo había revisado sus antecedentes infinidad de veces, y solo fungió como obrero, jardinero, entre otros trabajos desde que vino desde Suramérica.

—Henrry

—Joven Jameson, es un gusto tenerlo nuevamente en casa.

—Es James, Henrry,  —pedí, mientras me subía al coche, cerró la puerta y se subió rápidamente—. ¿Hay alguna pista del paradero de tu nieta? —Hice la pregunta que siempre hacía cada vez que veía al hombre. La nieta de Henrry desapareció hace más de seis años, una lástima, porque estaba seguro que podía llevarla a la cama, una vez incluso casi lo logro. 

—No, señor, es como si a mi niña se la hubiera tragado la tierra, nunca entendí por qué huyó.

—Paciencia, hombre, ella aparecerá —respondí, podía ser un hijo de puta con todo el mundo, pero no con Henrry y mi Nonna–, creo que eran las únicas personas que me habían tratado con respeto y cariño sin pedir nada a cambio. Kate estaba a mi lado por dinero, al igual que Jack.

Recordando que lo había dejado al frente de nuestros negocios le envié un mensaje a Jackson. más le valía a ese hijo de puta cuidar bien de todos mis negocios mientras yo atendía los caprichos de mi padre.

—¿Sabes dónde está Domenico?

—Su padre lo espera en la mansión, si me disculpa, no le va a gustar nada el moretón en su rostro.

—¿Cuándo me ha importado la opinión de mi padre? Tú solo llévame ahí, de lo demás me encargaré yo.

Iba a guardar mi celular cuando este comenzó a sonar.

—¿En dónde andas, pendejo? —gritó Jackson.

—En Nueva York, asuntos que atender con Domenico. —Mi tono de voz era de completo aburrimiento, odiaba verme con mi padre.

Te ves hermoso en la primera plana del periódico. —Se rio con burla—. ¿Qué pasó con el imbécil de Markle?

—Lo mismo de siempre, no soporta que me haya follado a su mujer. —Lo que Bastian no soportaba, era el hecho de que filmé y luego envié el video con su mujer gimiendo mi nombre… Realmente esperaba que no se casara. Pero Markle era un debilucho—. Jackson, estoy entrando a la mansión, te llamo luego, hablé en serio cuando te envié el mensaje, mantén los negocios andando y tu perfil bajo. No consumas m****a mientras no estoy. —Terminé la llamada a la par que Henrry aparcaba detrás de la fuente y suspiré antes de bajarme del coche.

—Trae mi equipaje, Henrry. —Subí las escaleras de la entrada y una chica guapa de cabello negro y labios gruesos abrió la puerta, extrañé que mi Nonna no fuese quien lo hiciera.

—¿Tú quién eres?

—Yo soy…

—Shaila. —Alcé la vista y observé a mi padre bajar de las escaleras—. Ella es la nueva empleada. Shaila, el joven con la falta de modales, es mi hijo, Jameson Dominic Shields

—Padre…

—Sin falsos sentimientos ni hipocresías, Jameson, acompáñame, tengo cosas que atender.

—Hasta luego, linda. —Me bajé las gafas y le hice un guiño, podría jurar por la forma en la que me miraba, que sus bragas estaban empapadas.

Seguí a mi padre que me esperaba en la entrada de su despacho, una vez estuvimos dentro, me senté en uno de sus sillones, porque sabía que los reproches serían muchos.

—Siempre haces lo que te viene en gana, ¿cierto, Jameson? —reclamó mi padre, sentándose en su trono—. Es más de mediodía, te dije que te quería aquí a las nueve de la mañana.

—Buenos días, padre, yo estoy bien, me alegra saber que tú también, creo recordar que te dije que vendría a las once, pero tuve problemas con mi itinerario y es James.

—¿Con quién te peleaste esta vez? —Señaló mi labio.

—¿Importa? —Caminé hacia el bar y me serví un trago, iba a necesitarlo si tendría una conversación con mi donador de esperma—. Domenico, habla ya, terminemos esto pronto así puedo volver a Las Vegas, aunque no lo creas tengo negocios que atender. —Copa en mano me senté frente a su escritorio—. ¿Qué quieres de mí?

—Bien, hablaremos claro, he querido esperar a que sientes cabeza, Jameson, si tu madre estuviera viva, muy seguramente…

Muy seguramente se habría muerto al ver tu comportamiento. —Completé la frase, la conocía como la palma de mi mano, me quité los lentes y él me miró asombrado.

—De verdad que no lo entiendo, mira tu ojo, tienes casi treinta años y sigues arreglando tus problemas a golpes, como si fueses un crío de quince… Pensé que la escuela militar te haría madurar, pero lo que hizo fue…

—Lo que hizo, fue mostrarme al verdadero tú y hacer renacer mi verdadero yo. —No me gustaba recordar mis dos años en Rusia y lo vivido en ese maldito lugar.

Vi a mi padre respirar profundamente, Domenico se notaba más ojeroso y pálido que la última vez que lo vi—. Como te decía, he querido esperar a que sientes cabeza, pero como tú no pones de tu parte, creo que ha llegado el momento de que haga algo e intente enmendar tu vida, he hablado con Anthony Stewart, Shields &Stewart van a fusionarse.

—¿Estás teniendo problemas de liquidez? —Mi padre negó—. ¿Stewart? —Volvió a negar.

—No entiendo por qué quieres fusionarte con ellos, entonces.

—Porque era algo que estaba pactado antes que se te ocurriera la brillante idea de herir a Isabella Stewart.

Bufé, ella había venido a mí muy fácilmente.

—Necesitamos ser más competitivos, aumentar nuestro portafolio de servicios.

—¿Y buscas aliarte con Stewart Enterprice? —La ironía se filtró en mi voz—. ¿En serio? —Llevé la copa a la boca.

—Necesito que nuestra empresa tenga socios que no permitan que la mandes a la m****a, una vez que yo no esté para contenerte.

Okey, tendré que lidiar con eso cuando la parca decida que ha llegado tu tiempo…

—Quizá sea en menos tiempo. —Lo miré sin entender. ¿Acaso Domenico estaba muriendo? Joder, tendría mucha suerte si eso en realidad estuviera sucediendo.

—La fusión puede durar un año o más… Todo depende de ti.

—Si fuera por mí, esta fusión no se estaría dando, los Stewart arruinaron mi vida… —murmuré a la nada.

—Los Stewart abrieron mis ojos para contigo, es gracias a ellos que no eres todavía peor.

—No vine aquí para rememorar el pasado o para hablar de los Stewart. De hecho, aún no entiendo, ¿qué demonios hago aquí?

—Estás aquí, porque es hora que pagues tu deuda, te casarás con Isabella Stewart. —El whisky salió de mi boca gracias a la carcajada que di.

—Estás loco, Domenico —me burlé—. ¿Yo? ¿Casarme?, ¿casarme con la gorda Stewart? —respondí con mofa, ya que no podía parar de reír.

—Sí, anda, puedes reír todo lo que quieras, pero esto no es una sorpresa, sabías que el día llegaría, es tu pago por lo que hiciste.

—Te recuerdo que ya intentaste hacer eso y ella nos ridiculizo.

—Fue hace mucho tiempo eras un niño en ese entonces, ahora las cosas han cambiado, Isabella está de acuerdo, así que la boda será en un par de meses.

—Repito, estás loco, Domenico, no me casaré, no está entre mis planes hacerlo y menos con la mujer que me hizo pasar los peores años de mi adolescencia. —Serví otro trago, necesitaba tener mis manos ocupadas o estrangularía a mi padre.

—Parte de unir nuestra compañía, se trata de unir a nuestras familias… piensa en este matrimonio como tu redención para esa niña —resoplé, esa mujer no necesitaba redención, necesitaba quemarse en el jodido infierno. —No quería llegar a este punto, Jameson, pero supongo que contigo todo debe ser a la fuerza, seré claro: si no contraes nupcias con Isabella y, pasas mínimo un año casado con ella, invertiré los ochocientos millones de dólares de mi fortuna en la beneficencia.

—¡Estás demente! —Coloqué la copa en la mesa de bar—. ¿Sabes que puedo alegar demencia y anular tu testamento?

—Me he practicado un examen antes de redactar el testamento, el cual arroja que estoy perfectamente bien, no tengo la fortuna que tengo por tonto, Jameson, o te casas con Isabella o te olvidas de la vida de lujo a la que estás acostumbrado… Tienes tus propios negocios, pero nada tan próspero como Shields Hotels & Resort —sentenció con fiereza.

—Eso es tan antiguo, padre, un matrimonio por conveniencia…

—Tómalo o déjalo —precisó, arrellanándose en su sillón.

—¿Esta es tu forma de hacerme sentar cabeza? Papá, no puedes obligarme a estar con la mujer que destrozó mi vida, odio a la m*****a perra.

—¡No te permito que hables así de una mujer! Si alguien destruyó a alguien aquí, te recuerdo que fuiste tú, Jameson… 

—Yo no la obligué, no puse una pistola en su cabeza y la presioné…

—Fuiste tú quien… —Papá negó con la cabeza—. No pienso volver al pasado, ni recordarte lo que sé que recuerdas muy bien, lo que hiciste fue bajo y cruel, y deberías estar agradecido de que  Massimo no haya puesto una bala en tu cabeza, porque si hubiese sido mi hija, yo lo hubiese hecho… —Domenico cerró los ojos unos minutos—. Hijo, yo también era un libertino, yo también hice cosas de las cuales me arrepentí, cuando tu madre llegó a mi vida, yo no la amaba, también me fue impuesta, pero con ella conocí lo que era amar.

—¡No compares a mi madre con la m*****a de Isabella Stewart! —exploté entre dientes—. Que me case con ella no te asegura que siente cabeza —manifesté, retándolo.

—El amor viene con la convivencia, Isabella es una chica dulce y estoy seguro de que unos meses casado con ella, te harán ver la vida de una manera diferente.

Reí, mi padre estaba completamente loco.

—Sabes, Domenico, no pienso discutir contigo… Si esa es la única estupidez que dirás, me temo que me quedaré menos tiempo del que vaticiné —concluí, caminando hacia mi puerta.

—¡No hemos terminado de hablar! —Seguí mi camino sin mirar hacia atrás—. ¡Jameson, vuelve aquí! —Me fui del despacho, azotando la puerta y caminé en dirección a la salida de la mansión, sin ir con mi Nonna.

—Henrry, llévame al aeropuerto. —Compraría un boleto en el primer avión que saliera a Las Vegas.

Odiaba a mi padre.

Odiaba la m*****a casa.

Pero más odiaba a Isabella Stewart

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