—Ella ha sufrido mucho, deberíamos ser más comprensivos con ella.
Al oír esto, Julia se quedó sin palabras. Andrés era indulgente con Cristina por sentirse culpable.
Pero Julia veía a Cristina como alguien peligroso, una bomba de tiempo. No quería tener esa amenaza cerca. Con una risa amarga, dijo: —Bien, sé bueno con ella tú solo. ¡Adiós!
Y se fue, soltándose de su mano.
Andrés frunció el ceño, visiblemente molesto.
Al salir del centro comercial, el frío viento invernal golpeó a Julia, haciéndola sentir sola.
Se ajustó el abrigo y fue a buscar un taxi.
Poco después, ellos también salieron. Cristina se acercó y llamó suavemente: —Julia.
Julia los miró. Andrés estaba allí, su rostro inexpresivo en la noche.
—¿Qué? ¿No van a continuar su cita?—dijo Julia con sarcasmo.
El rostro de Andrés se ensombreció.
Cristina respondió suavemente: —Julia, ¿qué estás diciendo? ¿No confías en nosotros?
—¿Te parece normal que una hermana le pida a su hermano que le compre un anillo de diamantes?—, replic