La mate del CEO
La mate del CEO
Por: Mayte Martinez
Prólogo

Narra Katherine

Estaba parada frente al altar vestida con un hermoso vestido blanco mirando hacia el sacerdote que nos está casando a mi prometido y a mí. Se supone que debería ser feliz, ya que es el hombre del que me había enamorado desde la universidad, sin embargo, no me siento así ¿Por qué? Porque ya no lo amo, yo me enamoré de alguien más. Y si nos estamos casando, es porque estoy esperando un hijo suyo. ¿Cómo pasó? En una fiesta de la fraternidad a la que él pertenecía. Todo fue tan confuso, ya que sentía que con quien había estado, era con su hermano.

—Los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia. —La voz del cura me saca de mis pensamientos y siento las manos de mi ahora esposo haciendo que quede frente a él. Me mira con esa frialdad que lo caracteriza y me da un casto beso en los labios.

Escucho los aplausos de los invitados. La verdad me causa nauseas todo esto.

—Debo agradecerte de alguna manera, ya que, gracias a que estás embarazada de mi hijo, soy en nuevo CEO de la empresa de mi padre. —¡Dios! Pero que arrogante es.

 —¿Y crees que así lo quise? —Digo entre dientes, mientras finjo una sonrisa ante los presentes.

—No lo sé, tú dime. —En cambio él, está serio.

—Felicidades. —Dice su madre al estar cerca de nosotros. Que muy contenta que esté, para nada.

Y ahí está él, el amor de mi vida, con una mirada tan triste y decepción al mismo tiempo.

—Felicidades a los ahora esposos. —Dice con cierto sarcasmo, miro a mi ahora esposo quien lo mira con odio.

—¿Qué haces aquí? Tú no estás invitado y lo sabes. —Sólo espero que no se arme un escándalo.

—Vine a ver como se casaba la mujer de mi vida con alguien que no la merece. —A pesar de escupir esas palabras con cierto odio, su mirada aun refleja tristeza.

—Lo siento, pero ella ya es mía ahora. —No sé qué haré. Realmente deseaba ser su esposa y no de este idiota.

—Eso lo veremos, hermanito. —Se retan con la mirada y tuve que intervenir.

—Por favor, vete. —Me duele tratarlo de esa manera, pero sólo así puedo evitar una pelea.

Él no dice nada y prefiere irse sin mirar atrás. Quiero llorar, sin embargo, debo mantenerme bien, todo por mi hijo.

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