La madre de los gemelos del Magnate
La madre de los gemelos del Magnate
Por: Jen Herrera
1. La realidad

Antioquia Turquía

Ayse, había recibido un mensaje de Yusuf, que fuera a su habitación aquella noche, pero temerosa de ser encontrada allí rechazó por primera vez la oferta de su amado.

Sin embargo, no dejaba de sentirse mal por no complacerle y ceder como siempre. 

Por lo que unos minutos después lo citó en una fuente que se encontraba en un lugar apartado del jardín.

Ella se encontraba de espalda cuando él la abrazó desde atrás. 

—Hola hermosa, esta noche brillas más que las estrellas, ¿Por qué nos encontramos aquí en vez de en un lugar más privado?, sabes que aquí estamos más expuestos.

—Ha pasado toda la noche de fin de año y no has hablado con nuestras madres como lo prometiste.

—Sabes que no es algo que pueda hacer de un momento a otro, la casa está llena y decidí esperar por eso no te preocupes, solo serán unos días más.

—Entonces no nos veremos secretamente hasta entonces, sabes mis sentimientos, te entregué mi pureza, fui contra la educación de mi madre, a pesar de sus consejos y advertencias para poder estar contigo—, su expresión era un poco diferente parecía haber bebido, aunque no olía a alcohol.

—Solo debes esperar un poco más te lo prometo, por favor dime que irás esta noche a mi habitación, tenemos que aprovechar que se han quedado aquí por las festividades pues luego será más difícil.

Insistió sabiendo los riesgos y las dudas de Ayse, lo cual terminó por hacerla ceder,—Está bien, esta noche iré, pero debemos ser cautelosos no quiero deshonrar a mi madre—, él la giró y la besó con pasión sin percatarse que unos pasos se acercaban.

—¡Qué es esto!

Se escuchó el grito en la puerta de vidrio que era la entrada al jardín, Ayse se estremeció apenas escuchó aquella voz y tembló mientras la mujer se acercaba a ellos.

Sila la madre de Yusuf se encontraba enfurecida con lo que había visto,—¿Cómo te atreves?, ¿después de la confianza que se te ha brindado en esta casa intentas seducir a mi hijo como una cualquiera?

—Señora, por favor se lo pido, no es así. yo le tengo un gran agradecimiento…

No la dejó terminar y la tomó del cabello de manera bruzca para darle una cachetada con todas sus fuerzas. 

—Y en mi casa inmoral, como hablas de agradecimiento, pensé que eras una buena chica, le di trabajo a tu madre, le maté el hambre cuando nadie más deseaba ayudarle, estás estudiando gracias a esta familia, ¿pero no era suficiente verdad?, querías más, al fin y al cabo, no eres más que una interesada como las otras.

Murat Yilmaz se acercó con rapidez ante los gritos de su esposa, —¿Qué ocurre sultana?, tenemos invitados, no es el momento de ventilar problemas familiares.

—Es que esta chica se ha aprovechado de nuestra confianza para meterse en la cama de nuestro hijo, menuda sorpresa me he llevado.

—¡No puede ser niña!, ¿Cómo nos haces algo así?, ¿No tienes vergüenza?, ¿No te respetas a ti misma tampoco?

Volvió a darle una cachetada y esta vez Ayse cayó de rodillas en el suelo, ante la mirada indiferente de Yusuf que solo expresó algunas palabras sin mucho interés.

—Madre, por favor déjala ya, hoy es fin de año ya déjalo, no nos amarguemos la noche.

—Esto es entre ella y yo, ustedes regresen a la fiesta, atiendan a los invitados y continúen disfrutando, yo me encargaré de la servidumbre y de que entiendan su lugar y las consecuencias de sus acciones.

Ambos hombres le dieron una mirada apreciativa y luego caminaron hacía la entrada.

Ayse al ver que él iba a retirarse, quien hace unos minutos antes se mostraba muy interesado se desesperó y suplicó.

—Por favor Yusuf, no me dejes sola en este momento, si hasta hace unos minutos me prometías amor.

—¿Yo?, solo te dije que fueras a mi habitación ya que te estás ofreciendo tan enérgicamente.

—¡No me hagas esto por favor!—, dijo desesperada viendo a los ojos al que consideraba el amor de su vida y este la miraba con frialdad como si se tratara de una completa extraña.

—Basta, provocadora, ¿no tienes respeto por ti misma?, afortunadamente llegué a tiempo de que esto llegara mucho más lejos y lo voy a detener de inmediato—, afirmó Sila y Ayse decidió callar, parecía que la mujer no sabía que ya habían tenido intimidad y era mejor así.

—Bien mamá, entonces las dejaré que hablen—, y así de simple se desentendió de la situación.

Sabía que su madre era de un carácter fuerte y él no sería quien la enfrentaría, no la llamaban la sultana solo por gusto, era controladora y la que imponía su voluntad a todos, así que con suerte dejaría ir a la chica después de un buen escarmiento.

Ayse lloraba, no solo porque le dolía la cara y la cabeza, sino por la humillación a la que estaba siendo sometida y a lo que vendría a continuación. 

De seguro el próximo paso era dar cuenta a su madre quien seguramente no solo la golpearía, sino que le restregaba su error por el resto de sus días porque ya se lo había advertido.

—¡Párate del piso ahora mismo!, vamos a hablar de inmediato de esto con tu madre.

—Por favor, se lo pido, se lo suplico, le prometo que jamás pisaré esta casa de nuevo, que nunca volveré a hablarle a su hijo, pero se lo pido, no le diga nada a mi madre, no quiero decepcionarla.

—¿Crees que te saldrás con la tuya?, tu madre merece saber la clase de hija que tiene, todo el esfuerzo que ha hecho por educarte y no sirvió de nada.

—Por favor, mi madre me ha criado sola, esto ha sido un error que le causará gran dolor—, dijo desesperada tratando de tragarse el engaño al que había sido sometida por parte de Yusuf, que tonta e ilusa había sido, no podía pensar como darle la cara a su madre.

—Nada de lo que me digas me hará cambiar de opinión, has debido de pensar en todo eso antes, las chicas pobres siempre querrán aprovecharse de los ricos.

Caminaron juntas a la cocina donde se encontraba su madre, cabizbaja se enfrentó a la cara del personal de servicio que la observaba con curiosidad pendiente de enterarse de lo que pasaba para comentar entre ellos, solo había una cara entre aquellos intrigantes, que la miraba con preocupación y era la de Yasemin su amiga de infancia y confidente quien de inmediato pensó lo peor.

La habitación estaba repleta de personas, pero Sila estaba decidida de humillar a la chica para ponerla en su lugar sin exponer a su hijo, así que se acercó a la madre de Ayse y sin más dijo en voz alta,—Como todos los presentes saben soy una ama que siempre estoy dispuesta a ayudarles, soy benevolente y generosa, pero solo pido de mi personal la lealtad y respeto.

Todos se detuvieron para observar la escena y lo que vendría a continuación, —Frente a ustedes está Ayse, la hija de mi ama de llaves por tantos años Melek, por respeto a ella no detallaré los eventos específicos que he presenciado que me ha llevado a tomar una difícil situación.

—¿Qué ha ocurrido mi señora?

—La chica tuvo un comportamiento poco respetable con uno de los invitados y es por ello que no lo puedo pasar por alto, en esta casa prevalecen las buenas costumbres.

—En nombre de mi hija quiero pedirle perdón, si es necesario la reprenderé, haré que trabaje para usted para resarcir el daño.

—Lo siento, es irreparable, a partir de este momento no solo no podrá pisar nunca más esta casa, ni hablar con los miembros de esta familia, sino que tampoco puedo permitir que tu como su madre permanezcas trabajando aquí, así que a partir de este momento estás despedida, mañana ven a retirar lo corresponde, pero no deseo verle la cara a ninguna de las dos—, Ayse le había dado la razón necesaria para hacer algo que deseaba desde hace mucho tiempo hacer.

Melek la miró con una mezcla de rabia e indignación, ¿Qué había ocurrido?, no podía con la cara de vergüenza, pero su preocupación inmediata era, ¿Qué harían a partir de ahora?, ¿Cómo iban a mantenerse?

Mientras las mujeres salen a la calle son observadas desde una ventana a lo alto, una disimulada sonrisa de satisfacción cubre su rostro y luego de unos minutos Sila se une a él y coloca una mano en su hombro en señal de felicitación.

Como dirían en una película de suspenso famosa, “Que comience el juego”, pensó.

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