Capítulo 1.

-Recuerden chicos, para que una emboscada sea efectiva debemos de estar lo más quietos posible y no hacer ruido. - Dije cubriendo mis brazos, cuello y piernas de nuestra mezcla de lodo con hojas.

Hoy mis primos cachorros se habían levantado con el ánimo bromista de siempre y ya que me había cansado de ser su blanco favorito, así que decidí que era tiempo de mostrarles algunos trucos para que eligieran nuevas víctimas.

Habían pasado seis días desde todo el incidente de mi secuestro y el rechazo público a los gemelos. Las noticias ya se habían esparcido y llegado a Glassdale; aunque lejos de compadecerme, los pueblerinos habían pasado estos días dándome pulgares arriba y algunos hasta ofreciéndome a sus hijos, nietos, sobrinos y hermanos como pareja. El apoyo me hacía sonreír.

Tío Chad y yo habíamos hablado del asunto y me propuso irse conmigo al continente Sur desestimado mis preocupaciones por su seguridad. Dijo que me seguiría aunque tuviera que entrar de contrabando en el continente. Le creí, por supuesto, pero le dije que en caso de que decidiera marcharme lo haría yo sola. Él ya se estaba estableciendo aquí y yo no le quitaría la felicidad de estar junto a Gisselle y los cachorros.

Después de una noche en vela, le prometí que iría a verlo combatir en el Coliseo. No hablamos de qué fue lo que negoció con Cole para participar en el nombre del rey idiota porque no me interesaba, pero debió de haber sido jugoso. Cada que tocábamos el tema de su participación su cara se estiraba en una gran sonrisa. Me alegraba por él.

Había estado entrenando duro en los últimos días para mostrar mi valía en el continente Sur en caso de que viniera el buen Tío traidor por mi cabeza. No me interesaba iniciar una guerra con él; sobre todo al enterarme de que había masacrado a los más débiles y a los pocos miembros originales que sobrevivieron, los exilió. No queda nada ni nadie por quién luchar.

Regresando a mi tiempo con los cachorros, se estaban dando los últimos retoques en sus maquillajes para la misión.

Dania, como siempre, era la líder del pequeño grupo y daba órdenes como un comandante. Me llenaba de orgullo.

Subimos al árbol y les enseñé cómo sentarse y mover algunas ramas para que pudieran mimetizarse con el entorno. Era bonito tener un público entusiasta.

Esperamos por unos buenos diez minutos antes de que nuestro objetivo caminara directo en nuestra trampa. Los cachorros permanecieron tranquilos y expectantes esperando mi señal. Cuando calculé que era el momento solté un aullido.

Mateo se congeló a medio paso y miró hacia arriba alarmado. Muy tarde, los cachorros ya estaban saltándole encima.

Mateo intentó atraparlos a todos con cara de pánico. Con el peso extra, cayó al pasto con cinco cachorros saltándole encima. Sacaron las lombrices que recolectamos por horas y comenzaron a dejarlas sobre el cuerpo de Mateo ante su mirada de horror. Aún no me había notado el pobre lobo y eso me hizo sonreír.

-¡Cachorros!- Gritó tío Chad corriendo hacia ellos.- ¡Dejen levantar al tío Mateo! ¡¿No ven que no lo dejan respirar?!

-¿Todos los lobos que crías se comportan así?- Preguntó una voz odiosa.

-Eso parece, majestad- Dijo tío Chad dándose cuenta de dónde estaba yo.

-¿Podemos ir dentro? No estoy aquí para ver la deficiente educación de tus cachorros- Dijo despectivamente mirando a los pequeños. Ellos se encogieron un poco y yo vi rojo.

Saqué el pequeño regalito que había envuelto más temprano cuando excavábamos en busca de lombrices. No sabía de qué animal era esto pero era extrañamente perfecto.

Ajusté mi puntería y lo arrojé con fuerza. Aterrizó justo en la parte trasera de su cabeza y cuello.

Se detuvo en seco y volteó en dirección a los cachorros. Llevó una de sus manos a su cabeza y tomó un poco de la porquería pegada en su cabeza. Cuando se dio cuenta de lo que era comenzó a caminar hacia los pequeños con asesinato en los ojos.

Justo la reacción que esperaba.

Me preparé y salté como un mono; al igual que Mateo, no se esperaba que saltara sobre él, así que lo derribé fácilmente. El golpe le robó el aire por pocos segundos y aproveché su boca abierta para introducir algunas lombrices. Rodé para salir de encima y me levanté rápidamente.

-¡Así se sorprende a alguien!- Exclamé a los cachorros mientras Karel escupía y tenía arcadas.

Luego eché a correr para esconderme de la furia del idiota. Los cachorros aplaudieron hasta que desaparecí detrás del establo.

Por la tarde el tío Chad me encontró dentro del hueco de un árbol casi en una esquina olvidada de la mansión.

-¿Ya se fue?- Pregunté mirando sobre su hombro.

-Si. Pudiste haber vuelto desde hace horas, el rey solo venía a darme el cronograma del evento.

-¿Y cómo iba a saber eso?- Dije saliendo de mi escondite- Por la Madre, no creo que pudiera trabajar de contorsionista.

Estiré mi espalda y mis huesos tronaron ruidosamente.

-El rey está molesto contigo.- Dijo mientras me ayudaba a quitarme las hojas de mi cabello.

-No es una novedad-Dije encogiéndome de hombros- Seguramente también dijo algo sobre mandarme a la horca.

-Algo así. ¿Por qué le arrojaste excremento de topo?- Preguntó serio.

-¿Tenemos topos en la mansión?

-¿De qué pensabas que eran los agujeros en los que estuviste excavando con los cachorros toda la mañana?- Preguntó divertido.

-Pensé que los habían hecho los cachorros.

-Como sea, regresa a comer. Gisselle dice que no se servirá la comida hasta que te sientes con nosotros y yo tengo hambre- Dijo gruñón.

Yo le di una sonrisa y tomé su mano para regresar dentro.

-¿Cómo me encontraste?

-Te bañas, literalmente, en esencia de vainilla. Ni siquiera tengo que esforzarme.- Dijo mi tío divertido.

-¿Qué puedo decir? Me gusta oler bonito...

Entonces de detrás de un árbol salió Mateo con una cubeta. Esto me daba mala espina así que intenté soltarme de  la mano de mi tío pero el muy grosero me usó como escudo cuando Mateo arrojó en nuestra dirección el agua helada.

Luego me aventó una hoja de su cuaderno y la atrapé al vuelo.

"Yo no soy el rey; te regresaré la broma siempre".

-¡Pero si fueron los cachorros!- Dije indignada limpiando el agua de  mis ojos.

Él solo me sonrió dulcemente y mostró su dedo medio antes de marcharse a paso feliz.

Yo miré a mi tío con un puchero.

-A mí no me mires, no me meteré en sus pleitos de cachorros. Ahora date prisa antes de que Gisselle decida que nadie comerá.

¿Dónde quedaba el amor a esta loba blanca?

Llegamos hasta la cocina donde Gisselle ya se encontraba sirviendo los platos.

-Por la cara de felicidad de Mateo y tu ceño fruncido, imagino que ya se vengó por lo de la mañana- Dijo Gisselle con una gran sonrisa.

-Pero yo no fui- Dije refunfuñando mientras me dirigía al lavabo de la cocina para lavar mis manos al menos cinco veces. La porquería de topo no era fácil de quitar y pensar que eso estaba en la cabeza y cuello de Karel me hizo muy feliz.-¿Nos acompañarás mañana al Coliseo, Gisselle?

-No es un lugar tan divertido para mi como para ti y tu tío. Me quedaré con los cachorros, mañana me ayudarán a preparar la crema que llevaré el lunes a Glassdale.

Los cachorros gimieron miserablemente.

-¿Creen que pueden hacerle bromas al pobre tío Mateo y que no habrá consecuencias, jovencitos?- Dijo Gisselle reprobadoramente.

-¿Y por qué no hay consecuencias cuando yo soy el objetivo?- Pregunté sentándome en la mesa.

-Porque tú disfrutas sus travesuras. Además, no creas que no he notado que los cachorros bajan mojados a desayunar- Dijo dándome la misma mirada que a los cachorros.

-¿Eso qué tiene que ver conmigo?- Pestañeé inocentemente.

-¡Tía Lily nos despierta con agua helada!- Dijeron a coro los cachorros.

-¡Traidores! -Dije sacándoles la lengua.

Tío Chad suspiró y Mateo cerró los ojos negando con la cabeza.

-Mañana debemos partir temprano. No podemos dejar a Pier aquí y tampoco podemos llevarlo, así que después de comer pregúntale a Savanah si puedes dejarlo con el resto de los salvajes.

-¿Por qué no puede quedarse aquí? Se porta bien y solo gruñe un poco cuando tiene hambre-Dije mirando el rincón del piso en donde Gisselle le había dejado su plato. Pierna o Pier, como le pusimos cariñosamente para acortar el nombre, se encontraba comiendo tranquilamente. Era como tener un perro pero más grande.

-Porque solo se comporta cuando estás al rededor y lo sabes- Dijo mi tío arrojándole un hueso. Pier lo atrapó con la boca y los cachorros aplaudieron encantados.

-También obedece a Gisselle- Dije con la boca llena.

Una bola de papel se estrelló en mi cabeza.

"Es porque sabe quién lo alimenta"

-Es tu mascota, debes poner el ejemplo a los cachorros y cuidar de él.-Dijo Gisselle trayendo más platos de su delicioso guiso de res.

- Está bien, iré a la aldea y preguntaré si lo pueden  cuidar por...- Me detuve y miré a mi tío. No habíamos hablado de cuánto duraría la Competencia.

- Quizá regresemos al siguiente día, no lo sé.

-Bueno, estoy segura de que no tendrá problemas- Dije convencida y seguí comiendo.

Una hora después le puse la correa que los cachorros habían embellecido con algunas piedras preciosas que habían tomado de las bolsas que había traído Kyrian. Se veía muy elegante con ella, incluso le puse un moño a juego y partimos a Glassdale.

-Tengo un problema- Dijo Savanah.

-¿Qué sucede?

-Pier aterroriza a mis salvajes.

-Solo dales un poco más de mi sangre y listo. Ni lo notarán.

El experimento con mi sangre había dado resultados extraños. Era como si después de beberla los hubiera drogado o algo. Incluso les salía baba por la boca; era divertido y extraño al mismo tiempo. Por un rato ni siquiera tenían ganas de arrojarse sobre Savanah y su padre. Savanah había venido a la mansión por algunas muestras más para dárselas en los días en los que estaban inusualmente inquietos y todos esos ruidos ponían nerviosos a los pacientes de su padre.

-A menos que te desangres, dudo que podamos tener drogados a todos por tanto tiempo. ¿Por qué no lo llevas contigo?

-Porque ya no estoy en buenos términos con la corona y no quiero que maten a mi mascota al verla.- Dije triste- Sería una pena, es un buen chico.

-¿Por qué no le pides a Gene que lo cuide? Estoy segura de que no se negará.

-¿Tiene un sótano secreto del que no sepa?- Pregunté curiosa.

-Mejor. Tiene unas bonitas y cómodas celdas reforzadas.

Savanah me acompañó hasta la oficina de Gene; con las recientes remodelaciones, este lugar se había transformado en una oficina decente. La nueva secretaria, Linda, me saludó efusivamente.

-¡Hola Lily! ¿Cómo estás?

-Bien, Linda ¿Y tú? ¿Cómo están los cachorros?

Linda era una joven viuda con dos cachorros pequeños; anteriormente habían vivido en la costa y eran una de las nuevas familias que Cole había traído. Resulta que no solo trajo a su batallón para acompañarlo a interrogar a Federico, sino que también habían escoltado a las familias refugiadas desde su mansión hasta Glassdale.

-Creciendo. Les gusta vivir aquí- Dijo con una sonrisa- ¿Qué te trae a la oficina?

-Quería saber si Gene estaba aquí, necesito pedirle un favor- Dije señalando la puerta. Ahí, justo en el poste de un pequeño pórtico que era parte de las nuevas mejoras de la oficina, había amarrado a Pier. Este se había sentado y miraba pasar a las personas.

-Le dire que salga un segundo- Dijo Linda y fue a buscar a Gene.

Savanah y yo esperamos menos de un minuto.

-¡Lily, cariño!- Dijo dándome un abrazo de oso que yo aguanté porque me gustaba la efusividad-

-¿Estás muy ocupado, Gene?

-Un poco. El rey vino más temprano a dejarme una cantidad absurda de trabajo; creo que está poniendo a prueba a los posibles candidatos a Alfa del territorio - Dijo con una sonrisa orgullosa- Pero siempre estoy disponible para ti. ¿Qué necesitas?

- Felicidades, Gene. Sé que harás un trabajo mejor que Federico- Dije con un abrazo. El tipo había huído justo antes de que Cole fuera a ajustar cuentas con él y por lo que sabía, el puesto seguía vacío. -Voy a acompañar a mi tío al Coliseo para el evento de mañana y me preguntaba si podías prestarme una de tus celdas para dejar a Pier ahí.

Gene miró hacia el tranquilo salvaje que jugaba con una piedra y me dijo que lo haría.

-De todas formas Glassdale no es un lugar conflictivo, esas celdas no se han ocupado en años- Dijo entrando a su oficina y saliendo con unas llaves.- Escoge la que más te guste, me las puedes devolver cuando lo saques de ahí de nuevo.

Pier gimió un poco cuando lo encerré pero le arrojé su juguete favorito (una bola de hule) y estuvo feliz de nuevo.

-¿Me necesitarás mañana?- Preguntó Savanah cuando salimos de las celdas.

-No lo creo, pero si quieres venir eres bienvenida. A tío Chad no le importará, aunque si vienes debo buscar quién alimente a Pier.

-Lo hará papá, ya sabes que es su salvaje favorito- Dijo resoplando- Si por él fuera, Pier sería nuestra mascota.

El buen curandero me había pedido permiso para hacer un montón de experimentos divertidos con Pier, pero el pobre se había encogido de miedo la primera vez que le mostró una aguja. Desde entonces no he querido traumatizarlo más y eso ha puesto triste al padre de Savanah.

-De acuerdo. Solo adviértele que nada de agujas, el pobre aún no lo supera.

Al día siguiente Savanah, tío Chad y yo partimos con el sol.

Mateo no quiso ir pero me pidió que comprara semillas de flores para su jardín. Yo acepté que me vieran comprando esas cosas porque aún seguía molesto conmigo por lo de los cachorros. Con eso esperaba que me volviera a querer.

El Coliseo se encontraba a una hora y media del castillo; era una estructura redondeada que permitía una capacidad de unos cinco mil lobos.

Poco después de que el continente perdido estuviera... pues perdido, se decidió que haríamos éste espectáculo cada cinco años en el continente central, ya que era una especie de continente neutro en ese momento.

Cada continente tenía reservado mil asientos, aunque no siempre se llenaban; así que podías formarte en una larga fila y cruzar los dedos para que éste fuera el caso y te dejaran entrar sin importar de qué continente vinieras. En nuestro caso, cada participante tenía reservado dos asientos y, Savanah y yo, entraríamos primero a escoger nuestros asientos. Por supuesto, yo buscaría estar hasta adelante porque decían que era donde salpicaba más sangre. ¿Morboso? Tal vez.

Cuando llegamos, ya había una gran fila para entrar. Kiki resopló molesta cuando le di las riendas a un mozo de cuadra para que se la llevara.

-volveré por ti, preciosa. Sé buena- Le dije con algunas palmadas y ella me miró con traición en sus ojos- Te traeré regalos.

Con eso mi yegua se fue feliz. Era la primera vez que la montaba desde que habíamos llegado a la mansión y ella no se opuso al viaje cuando se lo pregunté. Supongo que estaba aburrida de andar libre sin nada que hacer.

Tío Chad nos condujo hasta la entrada y enseñó un medallón especial que era nuestro boleto de entrada al evento. Eso fue lo que le vino a dejar ayer el rey idiota.

Un guardia nos condujo por el pasillo y subimos algunas escaleras antes de que nos dejara en algún tipo de sala de espera donde ya había otros competidores del continente comiendo de un pequeño buffet en el centro de la habitación.

-¿Un aperitivo antes de conducirlos a los palcos reservados?- Preguntó un lobo con uniforme blanco. Estos chicos eran a los que teníamos que acudir si necesitábamos comida o bebida mientras disfrutábamos el espectáculo.

-No, muchas gracias- Dije con una sonrisa.

Savanah y yo teníamos escondida comida y cosas deliciosas para pasarlas como contrabando. Técnicamente, lo vendían en el coliseo, pero era divertida la sensación de peligro.

Tío Chad rechazó la comida porque no le gustaba pelear con el estómago lleno.

Poco después nos despedimos de tío Chad y nos condujeron hasta el palco de los asientos reservados. Al ser los invitados del campeón, teníamos la ventaja de entrar primero a escoger nuestros lugares; tomamos los más céntricos y en primera fila.

Sacamos nuestra comida ante la mirada de desaprobación de los vendedores y esperamos a que se llenara el lugar.

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