Capítulo 1.

Desperté con el sonido de un alegre crepitar del fuego y con la sensación de incomodidad. Abrí los ojos y miré a mi alrededor.

Me encontraba acostada en una cama dentro de alguna especie de cabaña.

-¿Tío Chad? - Pregunté con mi voz ronca por la falta de uso. - ¿Tío Chad? ¡¿Tío Chad?! - Grité un poco frenética.

Una puerta se abrió a mi izquierda y apareció una hermosa mujer mayor. Me miró con una pequeña sonrisa y su frente se arrugó con preocupación al verme.

-Hola pequeña, tranquila, estás bien. - Dijo mientras se acercaba y trataba de calmarme. - Todo está bien, estás a salvo.

-¿Dónde está mi tío Chad? - Pregunté con desesperación.

-¿Qué es lo último que recuerdas, pequeña? - Dijo sentándose a los pies de la cama.

Yo estrujé mi cerebro.

-Tío Chad y yo estábamos en el bote y... -Todo vino a mí por fragmentos.

El impacto de la ola. Tío Chad cortando el cinturón y nadando conmigo a la superficie. Las olas salvajes mientras nos aferrábamos al pedazo de madera que alguna vez fue parte de nuestra proa y la segunda ola monstruosa en la que todo se oscureció.

-Nuestro barco naufragó. - Dije con voz pequeña. - ¿Cómo llegué aquí?

-¿Cuántos años tienes? - Preguntó ignorando mis dudas.

-Siete.

-¿Tienes un nombre? - Dijo evaluándome de cerca.

-Lily.

-Bueno Lily, mi nombre es Gisselle. Te encontré a ti y al que pienso que es tu tío a la orilla de la playa aferrándose juntos. - Dijo con un suspiro. - Tu tío no...

-¡No! Solo... no lo digas. - Dije apretando mis pequeños puños contra mis ojos.

-Bueno, pero es que tu tío...

-¡Que no hables! En los últimos meses... he perdido a toda mi familia y yo no... yo no...

Rompí en llanto y no escuché ninguna de las palabras que la señorita Gisselle me decía.

-¡Por amor de la Madre! ¡¿Por qué m****a estás llorando ahora?! - Dijo una voz muy masculina y enseguida mi llanto se detuvo.

-¡Tío Chad! - Dije arrojándome a sus brazos.

-¿Qué sucede pequeña? - Dijo con preocupación en su voz.

-¡Pensé que habías muerto! - Dije ensuciando su camisa con mis fluidos e importándome un comino.

-Por supuesto que no morí. ¿Qué te dio esa impresión? - Me preguntó confundido y luego miró sobre mi hombro a Gisselle. - Loba, ¿Qué m****a le dijiste?

-Nada. La cachorra no me dejó hablar. - Dijo con un bufido. - Comenzaré a hacer la cena. ¿Trajiste algo bueno?

-Pues claro que sí. Está afuera. - Dijo mi tío. - Pequeña, necesito que aflojes un segundo para que pueda respirar.

Yo me separé solo un poco sin soltarlo del todo.

-Bien, ahora ¿Por qué no dejaste hablar a la loba?

-Es que desperté y no estabas y yo... Y yo recordé las olas. - Dije con un temblor en la voz.- ¿Qué sucedió?

-Pues que el mar nos quiso comer, eso sucedió. - Dijo mi tío quitándole importancia. - Tuve que patalear en dirección a la costa cuando por fin dejamos de ser empujados mar adentro en nuestra barca improvisada. No estábamos lejos de tocar tierra, pequeña. ¿No recuerdas que te había dicho que iríamos a tierra firme esa mañana?

Yo no recordaba eso pero le seguiría la corriente así que solo asentí.

- Nadé hasta la costa y luego te abracé para calentarnos un poco hasta que apareció la loba y nos ofreció un buen fuego. -Dijo señalando a Gisselle que arrastraba un enorme animal por el piso.

-¡Joder! La próxima vez córtalo en trocitos. Mi espalda no volverá a ser la misma. - Dijo levantándose y sobando su espalda.

-Te falta músculo, mujer. - Dijo mi tío divertido.

-Me falta un hombre viril y fuerte que levante esto y lo ponga en la mesa. - Dijo mirándolo con exasperación.

Mi tío bufó pero fue a ayudarla. Yo sonreí porque se veían lindos.

Una hora después nos encontrábamos comiendo un delicioso caldo de verduras con carne de un animal extraño. Yo comí con ganas, Gisselle era una buena cocinera.

-Escucha, pequeña. Tu tío me dijo que vienen del continente del norte. ¿Cómo son los lobos allá? - Me pregunto mirándome con curiosidad.

-Malos. - Dije con lágrimas en los ojos. - No conocí a muchos, y mi manada por supuesto no lo eran pero... ahora hay lobos malos.

-Entiendo. Háblame de tus costumbres. - Dijo sin preguntarme más al respecto.

Yo le hablé sobre nuestros rituales para el invierno, la primavera, el verano y el otoño. Le hablé sobre nuestras oraciones a Nuestra Gran Madre y sobre la gran roca sagrada en la que celebrábamos emparejamientos y presentaban a los cachorros cuando los tenían.

-Bien, has viajado lejos, pequeña cachorra. - Dijo mirando a mi tío y luego regresó su atención a mí. - Estamos en el continente central. Aquí las cosas se hacen de forma diferente. - Dijo y luego dejó su comida. Se aventuró por su casa y tomó un libro de tomo grueso. - No sé si se queden en este continente, pero si lo hacen, necesitarás conocer un poco de nosotros.

Me tendió el libro y yo lo tomé pero no lo abrí mirándola confundida.

-Yo iré a donde el tío Chad me lleve. - Dije con convicción en la voz. Y luego lo miré.

-No hay muchas opciones, pequeña. - Fijo mi tío con la mirada perdida mirando al techo. - En el continente del Este los machos extraños no son bien recibidos; en el continente del Oeste los lobos creen que todas las lobas deben de ser propiedad del líder de su manada y tendría que desafiar al Alfa de esas tierras para que no estes a su entera merced. - Dijo mirándome serio y luego volvió a desviar su mirada. - En el continente del Sur no seríamos bienvenidos porque los lobos del Norte y ellos han sido enemigos por generaciones.

-Pero... nosotros somos pacíficos. - Dije mirándolo extrañada. - No hicimos guerra con nadie y además quedaban pocos lobos en nuestro territorio.

-La última gran guerra se llevó a nuestros jóvenes, es por eso que éramos tan pocos en la manada. Éramos todos los lobos que quedábamos en el continente.

Yo lo miré sorprendida. Pensé que mi madre nos había aislado o algo de otros asentamientos del continente y que no iban a ofrecerle sus respetos a su reina porque no querían un enfrentamiento con ella. Era feroz.

-Supongo que vivir en el mar no es una opción. - Dije cabizbaja. Mi tío solo negó con la cabeza. - Entonces, ¿Nos quedaremos aquí?

-Si. Hasta que crezcas y decidas tu propio camino. - Dijo Tío Chad con un suspiro cansado. - Dulces años de adolescencia y todo eso. Cuando seas una loba en edad de reproducirte, te aceptarán en cualquier continente.

-¿Y tú? - Pregunté con un murmullo.

-Lily, mírame. - Dijo y yo levanté mi mirada. - Soy un viejo lobo. Te cuidaré todo lo que me resta de vida porque eres todo lo que me queda, pero siendo honesto no creo vivir más allá de tus próximos diez cumpleaños. Tendrás que aprender a vivir sola hasta que encuentres a tu pareja o quieras emparejarte. Yo te enseñaré todo lo que sé. – Yo asentí con tristeza y él se cruzó de brazos.- Ahora, hay algo que debemos discutir. - Dijo en tono serio. - En este continente... eres especial.

-¿Especial? - Dije perpleja.

-Si. No me refiero a tu linaje. Tu pelaje significa que eres apta para emparejarte con las líneas de sangre más fuertes de los diferentes distritos y que tus hijos serán considerados como el más puro de los linajes.

-Uh... no entiendo. - Dije con un murmullo.

-Es simple, pequeña. - Dijo Gisselle hablando de nuevo. - Eres una loba blanca. A lo largo de nuestra historia todos los miembros de la realeza y altos nobles han tenido por parejas destinadas a lobas blancas. Sus hijos tienen un pelaje negro puro y se les considera puros solo por eso. En este continente, el color de tu pelaje te hace digno o indigno. - Dijo Gisselle con una mueca. - Todas las lobas blancas deben de presentarse ante el rey Alfa para ser educadas en la prisión... quiero decir, en la casa de la manada. Aquí se les enseñará sobre la etiqueta adecuada y la diplomacia para cuando llegue el gran "Baile de selección" y te presenten ante todos los solteros de sangre pura del reino. Se supone que el baile es para encontrar a tu verdadera pareja, pero también se ha dado el caso de que tu pareja te puede rechazar y elegir a otra loba que crea que es mejor para el puesto. - Dijo con rencor en la voz y luego suspiró. - Por supuesto, nosotras no tenemos voz ni voto, esta elección es exclusiva de los machos. También puede llegar a ser el caso de que no seas escogida por los siguientes 10 años y te expulsen de la casa de la manada. Mientras tanto, debes sonreír en todos los bailes y agradecer ser un bonito florero que admirar. Cuando eres expulsada, también eres libre de decidir qué hacer con el resto de tu vida... solo que eres considerada mercancía dañada y ningún macho querrá emparejarse contigo.

Yo la miré horrorizada. Eso sonaba espantoso.

-Y aquí estaba yo, dejándote hablar porque se suponen que las lobas son más delicadas al hablar. - Dijo mi tío divertido. - Pero es cierto, pequeña. Cuando cumplas 15 años, me temo que tendrás que presentarte en la casa de la manada para que inicien con tu "educación". Porque si cualquier lobo se entera de que eres una loba blanca y no vas a presentarte, se le considera un acto de rebeldía, traición y se castiga con la muerte. Te cazarían hasta matarte.

-¿De verdad que esta es la mejor de nuestras opciones de continente? – Pregunté con incredulidad.

-De los cinco continentes en el Norte te matarían al verte, en el Este no me dejarían entrar y no podría protegerte en caso de que el lobo traidor te mande a matar, también se dice que en este continente se les entrena hasta desmayar y si no eres lo bastante fuerte o rápida te matarían. En el continente del Oeste te esclavizarían y en el continente Sur te matarían al verte, también. En este continente te dejarán vivir al menos hasta que seas mayor de edad y lo único horrible que te obligarían a hacer sería tomar clases de buenos modales. Si después de eso es tu deseo huir, puedes escoger ir al Sur; ahí tratan bien a sus mujeres y les permiten llegar a gobernar. Tu origen no importaría porque serías una loba fértil, nueva sangre para sus guerreros.

Yo lo pensé un momento y asentí con la cabeza. Que me enseñen a usar cubiertos no sonaba tan mal.

-Ahora, con ese pequeño detalle arreglado, en cuanto termine de construirnos una casa, comenzarán tus lecciones. Debes aprender a defenderte, pequeña y a sobrevivir en caso de que lo llegues a necesitar. Necesito que seas una máquina mortal para cuando cumplas 15.

-Suena divertido. - Dijo Gisselle con un brillo salvaje en los ojos. - ¿Puedo unirme?

-Solo si nos sigues el ritmo, loba. Ahora sirve más de esto... por favor.

-Tardé un par de horas en conseguir que dijera por favor. - Dijo dándome una pequeña sonrisa. - Quizá lo podamos domesticar.

Yo reí ante la cara malhumorada de mi tío y disfruté del calor del fuego y el plan de un futuro brillante.

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