Mientras voy para allá, él me platica su recorrido y me describe las calles de una manera tan graciosa que me mata de risa todo el camino, el conductor debe de pensar que estoy loca. Él me mata de risa y aunque no le quiero decir nada, eso le está dando puntos en esto que queremos empezar.
—Dime que ya casi llegas.— Insiste.
—No lo sé, porque tu le dijiste la dirección al chofer no a mi.— Le corrijo.
—¡Sí! Ya casi llegamos.— Habla en alto el chofer haciéndome reír.
—Bueno, ya escuchaste, pronto llegaré.— Le comunico.<