Murray.

Como siempre, Nevin Burke es tan efectivo y eficaz, como un reloj suizo, en ocasiones siento que sabe lo que quiero, mucho antes de que yo, tan siquiera lo sepa.

También es verdad que su lealtad hacia mí, no sólo se debe a los años que llevamos juntos, o a su efectividad a la hora de gestionar como gerente de la enorme fortuna Campbell, también se debe a que creí en él, y lo apoyé, cuándo nadie lo hizo.

Nevin en un hombre de cuarenta y ocho años, que, a pesar de ser muy inteligente, y tener estudios universitarios, cuando era muy joven, por culpa de su padre jugador y alcohólico, tuvo que hacer trabajos, no muy legales, para cuidar de su hermana pequeña, tras el fallecimiento de su madre, provocado por la mala vida que le daba su esposo.

Abandonó su sueño de ser un gran empresario, y de triunfar en la vida, para hacer lo que fuera para que su hermana cumpliera los suyos. Cuando lo conocí, había asistido, invitado, sin saber a dónde iba, por un compañero de profesión, a un