Capítulo 103. Un bebé de Benedict
El silencio entre ellos no es incómodo. Isabella no dice nada y Benedict lo agradece. Que ella no lo rechace ya es una victoria y, por ahora, eso le basta. Ambos se quedan así, quietos, mirando el horizonte teñido de los últimos colores del día. Este sitio es encantador, mágico. Es un momento frágil, pero auténtico, y ninguno se atreve a romperlo.
Una de las empleadas interrumpe suavemente al tocar la puerta. Pide permiso para entrar y anuncia que la cena está lista. La atmósfera se diluye un poco, y ambos se separan con calma. Deciden ducharse antes de bajar. Isabella entra en el baño con pasos lentos. No ha dicho una palabra, pero algo en ella parece distinto en los días que lleva aquí. Más liviano.
Se sorprende al encontrar ropa para ella en el armario. Un vestido floreado, delicado, de tela suave. No puede evitar pensar que Benedict ya tenía esto planeado.
«¿Hace cuánto lo tenía preparado?», se pregunta frente al espejo.
Está cansada de pelear. Agotada de mantener la guardia en al