Tipo nodriza

La mañana siguiente cuando Madie despertó para tomar su café de costumbre, se sorprendió de ver que ya Matt estaba en la cocina. Fingió no importarle su presencia y fue a los brazos de su nana.

—Tere, buen día —la besa con efusividad en ambas mejillas, incluso parecían madre e hija.

—Buenos días mi princesa, ¿saludaste a Matt? —ella voltea a verlo con displicente actitud.

—Buenos días guarura. —El rostro de Matt, cambia rápidamente de facciones, de serio a enfadado, arquea su ceja mucho más.

—Buenos días Srta Madie, no soy guarura, soy su guardaespaldas.

—¡Uyy que genio traes! —sonríe. Toma su taza de café para terminar de alistarse.

Matt se levanta y sale hasta el auto, para preparar la salida. John baja en ese momento y se topa con Madie, ella se queda esperando el sermón que le correspondía por jugar con su guardaespaldas, pero por el contrario, su padre al verla la recibe con mucha alegría.

—¡Princesa! ¿Cómo amaneciste?

—Bien, papi. Y tú por lo visto de muy bueb humor.

—Por supuesto que estoy de buen humor, tú estás bien, eso es lo más importante para mí —estampa un beso en la frente de su hija.— Ve a alistarte que Matt debe estar esperando por ti. ¡Ah! Gracias por no hacerle ninguna de tus bromas. —le da un guiño.

John termina de bajar las escaleras, mientras ella sube hasta su habitación, se sorprende al ver que Matt no la echo de cabeza con su padre. Eso le agradó en un primer momento, significaba que podía confiar en él.

Terminó de arreglarse, quería verse hermosa, esa tarde luego de la clase, saldría con el chico más apuesto del hight school, Brack Thompson. Ella siempre ha estado enamorada de él, finalmente saldrán juntos al cine y a comer helados.

Baja las escaleras, Matt la espera frente al auto, le abre la puerta de la camioneta, ella sube. Luego él entra al auto. Durante el trayecto, ella observa su amplia espalda y sus hombros que sobre salen a pesar del traje poco ajustable que él lleva.

Math en cambio, a ratos la observa por el retrovisor, ella luce más bonita que el día anterior. De pronto ella rompe el silencio con un simple:

—¡Gracias! —él la mira está vez por el retrovisor un poco sorprendido de la actitud de la chica.

—¿A que se refiere? —pregunta con voz grave.

—A qué no le dijo nada a mi papi sobre la broma de ayer.

—¿Ah, eso? No se preocupe, hay cosas que puedo entender del comportamiento de una adolescente.

—¡Ah, sí! ¿Y según usted cuál es mi comportamiento? —le pregunta algo enojada.

—Pues que por su edad, suelen querer llamar la atención y generalmente actúan de forma rebelde para lograr du objetivo.

—Vaya, o sea que además de guarura, me salió loquero —comenta de forma despectiva, pero Matt no cae en su juego, se dedica a conducir para cumplir su trabajo.

Minutos después llegan al colegio, él baja para abrirle la puerta y la acompaña hasta la entrada del colegio. Todos sus compañeros y compañeras de clase, la observan, algunos de forma burlona y otro tanto con cierta envidia.

—Creo que hasta aquí está bien —lo mira con displicencia — ¿No pensará acompañarme hasta el salón de clases o sí?

—Si es necesario, sí. Entienda de una vez por todas no soy su chofer, ni su alcaguete, ni su sirviente que le lleva y trae las compras, soy su guardaespaldas ¿le queda claro?

Por primera vez, alguien le hablaba con autoridad. Ella se siente ofuscada frente la actitud de aquel hombre.

—No le permito que me hable de esa manera —responde un tanto alterada, mientras el resto de las personas los miran y murmuran.

—¿Desea discutir frente a sus compañeros? Porque tampoco soy su novio.

—¡Uhhh! —responde iracunda apretando los puños como niña malcriada —Es usted un imbécil, soñara tener una novia como yo, patán.

Suena el timbre de entrada, ella camina delante de él, mientras Matt sonríe, también se veía hermosa, estando rabiosa.

Ella entró al salón de clases, él permanecía como estatua parado frente a la puerta del salón. Una de las profesoras se acercó al apuesto hombre:

—Disculpe, señor. La directora lo manda a llamar.

Aunque él piensa replicar, accede. La mujer lo lleva hasta la dirección y lo deja a solas. Ana Miller, es una mujer de unos cincuenta años, muy elegante y conservada, pero de un carácter bastante fuerte, pues es de origen alemán

—Siéntese caballero —Matt jala la silla y se sienta.— ¿Dígame en qué puedo servirle? —pregunta con sarcasmo

—Disculpe, no entiendo, soy el guardaespaldas de la Srta Carter.

—Eso puedo entenderlo, pero no aceptarlo.— Matt la observa sorprendido— le explico, este lugar es una institución educativa, en la cual existe un nivel estricto de seguridad —se levanta de la silla y camina de un lado a otro— por lo que su presencia “dentro” de las instalaciones es innecesaria, además de que ello implica distracción e incluso nerviosismo por parte de mis estudiantes. La Srta Carter no es la única estudiante de esta institución. ¿Comprende a lo que me refiero, no?

—Sí, perfectamente.

—Entonces le agradezco salir de las instalaciones y aguardar por la Srta Carter afuera. Es un riesgo que esté un hombre armado dentro de mi colegio —hizo énfasis en las dos últimas palabras.

—¿Es todo? —preguntó visiblemente irritado.

—Sí, por ahora.

Matt se levantó y salió de la oficina para esperar dentro del auto a su protegida. Madison sintió curiosidad al no verlo parado frente a la puerta.

A la hora de receso, Madie salió al patio y pudo verlo dentro del auto, aunque quiso salir a hablar con él, el vigilante se lo impidió. Ella solo agitó su mano para saludarlo y Math la miró sin prestarle mucha atención.

Finalmente, llegó la hora de salida, Madie se despidió de sus amigas y fue hasta el auto. Entró, Matt le preguntó:

—¿A su casa?

—No, Matt. Hoy me llevarás al cine, tengo una mega cita con el chico más mega guapo del colegio, Brack Thompson.

Aquel apellido le pareció conocido, pero además de ello, sintió cierta incomodidad con lo que acababa de mencionar la rebelde Madie.

—¿Su padre, tiene conocimiento de ello? —preguntó con seriedad.

—No, no tengo que darle explicaciones de dónde voy y con quién, a mi padre. Tengo casi dieciocho años y mi padre me da toda la libertad que quiero —respondió y se volteó hacia el otro lado de la ventanilla.

Matt no contestó ni una sola palabra, ahora debía ser el papel de nodriza de Romeo y Julieta.

Sin decir nada al respecto, condujo hacia el centro comercial donde Madison se encontraría con su cita, detuvo el auto, cuando bajó para abrirle la puerta a Madie, un lujoso Aston Martin Vantage, color verde se estacionó al lado de la camioneta y un chico rubio, fornido, con rostro de modelo de Calvin Klein bajó del auto.

Madison al verlo, lo abrazó y estampó un beso en sus labios. El chico la abrazó por la cintura.

—¡Uyy! Como esperé este momento —dijo ella, sonriendo de felicidad.

—Yo igual, Madie Carter y el chico popular salen juntos, ya me imagino los titulares de la página web del colegio. —alzó la ceja derecha de forma seductora. —Vamos, entremos al cine. —volteó hacia Matt y le dio un guiño pícaro en demostración de triunfo por estar acompañado de la Srta Carter.

Caminaron delante, abrazados, él rodeando su espalda, y ella su cadera. Matt los siguió pero se detuvo cuando Madie se giró y sonriendo le dijo:

—No es preciso que me sigas a la sala de cine, Matt. Aguarda aquí en el auto. —volvió el rostro al frente y caminó como si nada hasta la entrada del centro comercial.

Matt, regresó al auto, estaba enfadado y no entendía las razones de su molestia. Tomó su teléfono e hizo algunas llamadas, no había tenido oportunidad de hablar con la dueña de la habitación, aprovechó para decirle que desalojaría la pieza. También llamó a Natalie, desde la muerte de Leron no había vuelto a verla. Aquel recuerdo aún lo perturba.

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